domingo, 19 de noviembre de 2017

LA MANCHA DE TINTA

 
Las cuatro estaciones, los cuatro elementos y los humores humanos.
Isidoro de Sevilla
(español,556-636)

Una vez un maestro estaba dando clase a sus alumnos. Aquella mañana quería ofrecerles una lección distinta a las que vienen en los libros. Después de pensar un poco ideó la siguiente enseñanza:


Hizo una mancha de tinta china en un folio blanco de papel. Reclamó la atención de los alumnos y alumnas y les preguntó:

- “¿Qué ven?”

- “Una mancha negra”, respondieron a coro.

- “Se han fijado todos en la mancha negra que es pequeña”, replicó el maestro, “y nadie ha visto el gran folio blanco que es mucho mayor.”


Figura y fondo
Diario
Bice Lazzari
(italiano, 1900-1981)

         El maestro ayuda a comprender que no hay figura sin fondo, que son dos aspectos complementarios en el objeto que muestra a sus alumnos. La pregunta es muy clara: “¿qué ven?” Es una pregunta que nos puede ser de mucha utilidad para muchas cosas de nuestra vida, pero especialmente para la acción más importante y gozosa de la vida: contemplar.

         Cuando miramos cualquier figura, siempre estamos viendo su fondo. En el cuento, para que la mancha sea lo que es, es necesario que esté sobre un folio, que es blanco. De esta manera, se brinda el máximo de oposición de valores, siendo la tinta negra y el papel blanco. El fondo es importante, porque puede resaltar la figura o diluirla. Si se colocase la misma mancha en un fondo azul oscuro, sería apenas perceptible y su presencia perdería fuerza.

         La lección del maestro es esencial para saber ver el arte. La figura, sea un dibujo o una forma cualquiera, estará determinada por aquello sobre lo que está puesta. Puede ser una pared, una columna, una tela pintada, una madera, una piedra, una chapa metálica, y muchísimos otros soportes. Cada uno de estos fondos le dará a la forma un cierto sentido, de acuerdo al color, la textura, las líneas y los detalles que tenga.
El alma y la realidad
Galliano Mazzon
(italiano, 1896-1978)

         En la realidad, al contemplar cualquier objeto, su fondo influye sobre nuestra mirada. No es lo mismo mirar un jarrón, bien acomodado sobre el aparador de una casa, que ver el mismo objeto apoyado en un basural. La figura y su entorno cambian de sentido en las dos situaciones. Alcanza con mirar a nuestro alrededor para descubrir el infinito juego de forma y fondo que compone toda existencia. Luego podemos aplicarlo a cualquier situación en el universo, desde lo más pequeño hasta la inmensidad del cosmos.

         Consideremos ahora al ser humano, una figura sumamente compleja. ¿Cuál será el fondo que mejor resalte su forma? Una mancha, como en el cuento, es una hechura complicada: no tiene límites definidos, por lo que las manchas tienen una infinidad de siluetas distintas. En esto se parece al hombre.

         En el relato, esa mancha compleja está en un soporte muy simple, razón por la cual los alumnos no se fijan demasiado. El papel es blanco, el máximo contraste con la mancha. Siguiendo la analogía, para que se resalte la figura del hombre hace falta algo bien simple que contraste con tanta complejidad. El fondo que resalta plenamente la figura del ser humano es el Misterio.

Ante situaciones incomprensibles es común decir: “lo que pasa es que el hombre es un misterio”. Tan complejo y valioso es cada individuo que no cabe otro fondo más que el resume todo lo que no sabemos y que nunca descubriremos totalmente. Como les pasa a los alumnos en el cuento, no lo tenemos en cuenta porque es simple y obvio. Ante cada situación de vida recordemos que estamos nosotros, con nuestras complejidades, y nuestro fondo permanente: el Misterio.


La idea de movimiento flotante
Johannes Molzahn
(alemán, 1892-1965)