El
discípulo fue a visitar al maestro en el lecho de muerte.
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"Déjame en herencia un poco de tu sabiduría", le pidió.
El
sabio abrió la boca y pidió al joven que se la mirara por dentro.
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“¿Tengo lengua?”
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"Seguro", respondió el discípulo.
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"¿Y los dientes, tengo aún dientes?"
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"No", replicó el discípulo. "No veo los dientes."
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"¿Y sabes por qué la lengua dura más que los dientes? Porque es flexible.
Los dientes, en cambio, se caen antes porque son duros e inflexibles. Así que
acabas de aprender lo único que vale la pena aprender."
Miradas
a la intimidad
Sin título Jean-Paul Jerome (canadiense, 1928-2004) |
El
maestro ofrece a su discípulo un ingreso a su intimidad. La boca, entrada y
salida de variados elementos, es un símbolo principal de nuestra interioridad
en su relación con el mundo exterior. Y sucede que al asomarnos a la intimidad
de otro, solamente podemos captar algunos aspectos.
La
flexibilidad en la vida es similar al fluir del agua que, cuando se estanca, es
caldo de cultivo de focos amenazantes o de podredumbre. Toda actitud dura,
intransigente, es probable que se quiebre ante cualquier adversidad. En cambio,
la elasticidad permite soportar mejor las tormentas.
Esta
es la enseñanza cuando el discípulo mira en la boca del maestro. Es lo que
aprendemos cuando miramos la entrada a la intimidad del otro. Pero no es lo
único que hay si nos dedicamos a contemplar nuestra propia intimidad. Junto a
los aspectos de flexibilidad y dureza, los dientes y la lengua nos transmiten
otras lecciones para nuestro derrotero en la vida.
De tanto
observar los propios dientes, de sentirlos con la lengua y de usarlos para
comer, las comunidades tradicionales concluyeron que hay tres grupos: los
incisivos, los caninos y los molares. Los incisivos representan el buen nombre
y la celebridad, aparecen en primer plano apenas los labios se abren y se
muestran completos cuando la risa es franca. Dan a la palabra una apariencia de
jovialidad. No es de extrañar, entonces, que las personas con poder público los
cuiden hasta en exceso.
Pasiones humanas John Collier (inglés, 1708-1786) |
Los
caninos son bravos, por la referencia a animales feroces. Son signos de
trabajo, pero también pueden significar encarnizamiento y odio. Finalmente, los
molares fuertes pertenecen a personas tenaces y obstinadas en sus palabras. Son
señal de aguante y perseverancia. De este contexto, perder los dientes es ser
desposeído de fuerza agresiva, de juventud y de defensa, pudiendo significar la
frustración y la quiebra.
En el
cuento es elogiada la flexibilidad de la lengua, aunque puede ser para bien o
para mal. El saber dominarla es haber alcanzado la madurez como ser humano, es
ser dueño de sí mismo. En la tradición hay cuatro órganos que hacen marchar al
cuerpo social: la pierna, la nariz, el sexo y la lengua. Esta última es la creadora del verbo, cargada de poder
fecundador. De ella depende el comercio humano; puede ser factor de conflictos
y disputas, pero también de fortuna, de riqueza material y espiritual.
La
mala lengua es una de las cuatro plagas que causan la perversión del mundo,
junto al homicidio, la impudicia y la idolatría. La plaga lingual se refiere
principalmente a dos acciones: la calumnia y la mentira. En una antigua
tradición se consideraba que eran necesarios veintitrés jueces para juzgar a un
calumniador, tan grave era su falta. En otra cultura sus héroes sacaban la
lengua a sus enemigos, para indicarles que no tenían en su corazón los males de
sus adversarios.
De la
boca de los maestros aprendemos cosas fundamentales. De la boca de nuestra
interioridad surgen las sutiles lecciones que nos llevan a la admiración de lo
que somos, a esa inabarcable inmensidad que nos habita.
Inflexible Wassily Kandinsky (ruso, 1866-1944) |