Seis caquis
Muqi
Fachang
(chino,
1210? - 1269?)
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A las lecciones del maestro Bankéi
acudían no sólo estudiantes del Zen sino también personas de toda escuela y
estamento. Él nunca citaba Enseñanzas y Preceptos ni se entregaba a
disertaciones escolásticas, sino que sus palabras salían directamente de su
corazón al corazón de sus oyentes.
Lo vasto de sus auditorios irritó a
un sacerdote de la escuela Nichirén, porque los adherentes de ella habían
desertado para oír hablar del Zen. El sacerdote, tan centrado en su propio yo,
acudió al templo, decidido a sostener un debate con Bankéi.
- "¡Eh, maestro del
Zen!", prorrumpió. "Espera un poco. Los que te respeten podrán hacer
caso a lo que tú dices, pero un hombre como yo no te respeta. ¿Puedes lograr
que te haga caso?"
- "Ven junto a mí y te
mostraré.", dijo Bankéi
Orgullosamente, se abrió paso el
sacerdote entre la multitud para acercarse al maestro. Bankéi sonrió.
- "Ven, ponte a mi
izquierda."
El sacerdote obedeció.
- "No", dijo Bankéi,
"hablaremos mejor si tú estás a mi derecha."
El sacerdote, orgullosamente, se
pasó a la derecha.
- "Ya ves", observó
Bankéi, "me estás haciendo caso, y pienso que eres una persona muy amable.
Ahora, siéntate y escucha…"
Escucha interior
El relato está situado en la tradición
budista zen. El maestro Bankéi (japonés, 1622-1693) es uno de los grandes
maestros zen, y aún en nuestros días es muy venerado, especialmente por sus
conmovedoras enseñanzas. El zen nace en China, en el siglo VII, luego se
dispersa hacia el sur a Vietnam y al este a Corea y Japón. Es muy atractivo, pues se aparta del
conocimiento teórico o intelectual y busca la experiencia de la sabiduría más
allá del discurso racional.
Rostro Henri Michaux (belga, 1899-1984) |
El budismo,
para la mirada occidental, es exótico y con muchos rasgos folklóricos, aunque
últimamente se ha ido integrando más a nuestra forma cultural. Se tiene la
esperanza que una vinculación más profunda entre las tradiciones de oriente y
occidente dé frutos de paz y unidad en beneficio de la humanidad entera. El
factor más importante de interrelación es la mirada hacia el interior del
hombre que todas las tradiciones proponen. Puede haber diferencias externas en
cuanto a ritos y costumbres, pero las circunstancias exteriores de la vida
humana son solamente símbolos que empujan a mirar hacia dentro del propio
corazón.
En esta perspectiva,
los dos personajes del cuento son dos aspectos de la interioridad de cada uno.
Uno representa la intuición y la espontaneidad, aquello que brota de nuestra
intimidad, más allá de razonamientos. Esto es simbolizado por Bankéi que habla
del corazón a los corazones de los oyentes.
El universo Sengai Gibon (japonés, 1750-1837) |
El sacerdote que
confronta al predicador no es una mala persona, simplemente quiere reclamar la
atención sobre la doctrina. De esta manera representa todo aquello que
recibimos de afuera, las enseñanzas y las normas que la humanidad elabora para
orientar las vidas particulares. Es todo lo valioso que recibimos de afuera
pero que antes de ser practicado por nosotros mismos debe obedecer a nuestro
interior, para que sea auténtico. La práctica de cualquier norma o enseñanza,
por más profunda que sea, si no pasa por el corazón, es falsa.
¿Qué es obedecer? La
palabra proviene del latín, y tiene como raíz audire, que significa oír,
escuchar. Se llama vida interior
a aquella inteligencia del corazón que, al igual que Bankéi, es capaz de hacer
escuchar a la potencia que nos viene de afuera, para que entre en armonía con
el propio sentido de la existencia. Este centro del sí mismo no es un tirano ni
represor de lo que viene de afuera, sino que armoniza, pone orden y belleza en
todo lo que se mueve a nuestro alrededor.
La obediencia al corazón es la base de una plenitud de vida personal y
la fuente de dónde brota la armonía entre todas las creencias.
"Me and me" Milton Resnick (ucraniano, 1917-2004) |