domingo, 11 de noviembre de 2018

EL ERMITAÑO GRITÓN

El ermitaño descubierto
Desmond Morris
(británico, n. en 1928)  


 Un ermitaño cristiano, vestido con harapos, con los pies ensangrentados por las rocas y los espinos, la cabeza quemada por el sol, corría sin parar por la arena y gritaba a todos los ecos del desierto:

-¡Tengo una respuesta! ¡Tengo una respuesta! ¿Quién tiene una pregunta?


Algo de lo que estamos hechos

En la humanidad hay personas que deciden vivir de forma solitaria con una vida metódica y aislados lo más posible de la sociedad que los rodea. A estas personas se las llama ermitaños. En todas las tradiciones humanas religiosas o ateas aparece esta práctica y su función es mostrar que todo hombre tiene constitutivamente algo de ermitaño.
El ermitaño
Anton Ažbe
(esloveno, 1862 - 1905)

El vocablo ermitaño viene del griego éremos, que indicaba un lugar aislado, apartado desierto. Este mismo término, pasando por el latín, dio lugar a nuestro adjetivo yermo. La tradición cristiana tuvo en sus comienzos un movimiento muy notable de mujeres y varones que se iban a vivir en los desiertos. Pero antes que ellos, el filósofo judío Filón de Alejandría (15 a.C.-45 d.C.) hablaba de un grupo de su religión que se había ido al desierto cerca de su ciudad y a los que se los conocía como terapeutas, porque se dedicaban a curar los males del alma. Vivian aislados unos de otros, pero se juntaban a orar y a conversar sobre temas espirituales tomados principalmente de los libros sagrados. La gente de la ciudad acudía a ellos para buscar consejos y consuelo.

Terminadas las persecuciones a los cristianos por parte del Imperio Romano, en lo que se llamó la paz constantiniana, se inició el gran movimiento de ermitaños, que perdura hasta nuestros días. Entre los fundadores está san Antonio abad (251-356), un sabio que comenzó vendiendo todo lo que tenía para dárselo a los pobres y se fue a vivir a una tumba vacía de su comunidad. Otro caso fue María de Egipto (344-422), que tras dedicarse a la prostitución se retiró al desierto durante 47 años. Una práctica extrema fue la de Simón Estilita (390-459), qué eligió como penitencia vivir durante el resto de su vida en una plataforma sobre una columna de 17 metros de altura y de allí no bajó nunca más. En la época moderna un modelo de espiritualidad del desierto fue Charles de Foucault (1858-1916), viviendo en el desierto del Sahara al servicio de los habitantes de esa dura región.

Estos ejemplos, como el ermitaño del cuento, encierran unas vidas de sabiduría y alegría sencilla. Como enseñaba uno de ellos: “No me hables nunca de un monje que jamás se ríe. Ese no es un monje serio". Hablaban poco, pero no perdían oportunidad para la broma, como cuando un visitante preguntó por el abad y uno le respondió: "Acaba de salir al corral de los cerdos para llevarles la comida. Lo puede distinguir fácil porque lleva un gorro en la cabeza".

Paisaje con ermitaño
Salvator Rosa
(italiano, 1615-1673)

         Muchas de las enseñanzas brotaban de preguntas o respuestas. He aquí una muestra de anécdotas.

       Un anciano tenía como compañero un monje que lo hacía sufrir mucho. Un día le dijo el anciano: Hermano, esta noche he soñado que estaba en el paraíso. Y el hermano le pregunta: ¿Y yo también? No. Precisamente por eso me convencí que estaba en el paraíso.

En Alejandría vivía el médico Foción que atendía al monje enfermo y le preguntó: ¿Has consultado a otro médico antes de venir aquí? Sí, fui al médico Istorión. ¿Y qué idiotez te ha aconsejado? Que viniera donde usted.

Un monje de Scete fue citado al juez por haber matado un perro con una barra de punzón. ¿Cómo ha hecho esto, usted que debe ser modelo de mansedumbre? Hubiera podido usar el punzón por la parte del mango y no haberlo matado. Lo hubiera hecho si el perro me hubiese atacado con la cola y no con los dientes.

Un hombre que lo tenían por necio, un día fue a molestar al anciano y le dijo: Abba, tu que eres tan inteligente, puedes decirme, ¿sí es posible que Jonás haya podido quedar vivo después de estar tres días en el vientre de la ballena?- No lo sé, pero yo mismo se lo preguntaré cuando lo vea en el cielo. –¿Y si acaso estuviera en el infierno? En ese caso, tú se lo preguntas.

Estos son algunos ejemplos de lo que hay entre los ermitaños, y como nosotros tenemos constitutivamente algo de ellos, también lo encontraremos en nuestros corazones, creyentes o no.

Figura gritando, el profeta
Julio González
(español, 1876-1942)