Un
pobre hombre entró en una mezquita, se unió a la plegaria común, a la cual
añadió una plegaria particular, personal, llamada dua. Le pedía a Dios alimentos,
que hubiera en su desolada casa frutas, carne, legumbres, sémola y, sobre todo,
que no olvidase concederle una botella de raki, licor que le gustaba mucho.
Un
hombre que estaba delante de él oyó la plegaria, se volvió y le dijo:
-
En lugar de pedirle raki a Dios, ¿no sería mejor que le pidieses que fortalezca
tu fe para que te puedas salvar el día del juicio final?
-
Pues no –contestó el pobre hombre-. Le he pedido a Dios lo que me falta en la
vida. Y lo que me falta no es fe sino raki.
Pedir
lo necesario
Árabes en oración Charles Bargue (francés, 1825-1883) |
La plegaria es una de
las formas que puede tomar la oración. Surge de la fe, que es constitutiva del
hombre. En el centro de cada ser humano hay una apertura existencial a la
trascendencia, es decir, una relación con lo absoluto qué va más allá de la
conciencia. Todos tenemos fe por el hecho de ser humanos, creer no pertenece a
ningún grupo de privilegiados ni es un
lujo, sino una dimensión del hombre.
La oración es algo
recibido en toda vida humana, una capacidad que viene del lado más profundo y
misterioso de la existencia. Una de sus expresiones, la plegaria, tiene que ver
con lo precario, pobre, provisional, mostrando así un aspecto esencial de la
vida terrenal. Solamente con la fuerza que viene de lo Absoluto somos capaces
de reconocer nuestra verdadera situación, y de esta forma poder pedir lo que
necesitamos realmente. La respuesta del rogante en el cuento es profunda y
graciosa a la vez: fe siempre tenemos porque nos es dada con generosidad. Nos
hacen falta otras cosas y entre ellas el raki.
El raki es una bebida espirituosa, muy famosa en Turquía, similar a lo
que conocemos como licor de anís.
Tiene una alta graduación alcohólica, lo que parece dar razón al reproche que
el devoto del cuento le hace al peticionante. Esto refleja también los
prejuicios sociales que hay contra los que toman bebidas alcohólicas. Sin
embargo, en todas las tradiciones se valoran las virtudes que producen en el
ser humano la ingesta de embriagantes, aun conociendo sus lados oscuros.
Naturaleza muerta con licor Pablo Picasso (español, 1881-1973) |
El alcohol realiza la
síntesis del agua y el fuego. Por un lado se enciende, se transforma en llama,
es un agua que quema la lengua y que se inflama con la menor chispa. Por otro
lado, sumerge en sí al bebedor y de esta forma da el olvido y la muerte. Es el
símbolo de la energía vital, qué procede de la unión de los dos elementos de
signo contrario, el agua y el fuego. También simboliza la inspiración creadora,
pues excita las posibilidades espirituales y las crea verdaderamente. Ayuda a
la expresión, a decir cosas muy guardadas en nuestro interior, en este sentido
es considerado un factor del lenguaje. En la tradición islámica, de dónde
proviene el cuento presentado, algunos dicen: Únicamente puede ser llamado hombre quien conoce el vino, tomando
en cuenta que esta bebida alude a los efectos turbadores que tiene la
experiencia de la divinidad, que por lo general nos conmueve y sacude el alma.
La plenitud del
creyente, todo ser humano, no es nada más que vivir, lo cual no es poco. Vivir
como sólo merece la pena hacerlo: despierto, alerta, de forma espontánea, aquí
y ahora. Vivir desde la admiración y el amor por todo cuanto es. En el camino
espiritual todo es deslumbramiento. Vivir libre y plenamente, sin ataduras, más
allá de todo condicionamiento, la gran dimensión de la existencia humana. Por
el hecho de existir tenemos fe, elevemos nuestras plegarias por lo que
realmente necesitamos.
Naranja y amarillo Mark Rothko (Bielorruso, 1903-1970) |