La tristeza del rey
Henri Matisse
(francés, 1869-1954) |
Al sabio le causó un
poco de asombro la tarea que le habían asignado, pero la tomó como una de las
tantas excentricidades de su monarca. Por esa razón, comenzó a viajar por toda
la región buscando al tonto más tonto, pero esta no era una tarea sencilla.
Después de dos años,
decidió emprender el regreso al castillo del rey para informar al monarca de
sus actividades. Pero cuando llegó, encontró a los cortesanos compungidos
porque el anciano rey se había enfermado gravemente y estaba a las puertas de
la muerte.
El sabio entró en la
habitación y se encontró con el rey, que se lamentaba en su lecho de muerte:
“¡No quiero morir! ¡He dedicado toda mi vida a acumular una gran fortuna y no
tengo intenciones de dejarla! Dime, ¡oh, sabio! ¿cómo puedo llevar mis riquezas
a la otra vida?”
Y el sabio respondió a
su rey sin una palabra y en total silencio, le entregó la perla azul.
Renacimiento
Aries del Libro de la Felicidad Nakkas Osman (otomano, 2da. mitad del s.XVII) |
¿Cómo había llegado a ser el más tonto
del reino? Sonaba en su corazón una poesía del místico Mahmud Shabestari
(1288–1340):
Mi corazón estaba
velado por cien velos de mi conocimiento:
el orgullo, la vanidad,
la suficiencia y la figuración.
Al alba entró por mi
puerta esa luna
y me hizo reconocer el
sueño de la negligencia.
Su rostro iluminó el
retiro de mi alma
y descubrí aquello que
realmente soy.
Cuando contemplé su
bello rostro, salió un suspiro de dentro de mi alma.
Me dijo: “¡Hipócrita
impostor!
Dedicaste tu vida a
buscar fama y reconocimiento.
Mira esa ciencia, ese
ascetismo, esa arrogancia y esa prepotencia,
de qué te han alejado,
¡oh, inmaduro!”.
El rey tenía razón, porque la perla
simboliza a la luna, al igual que a las aguas y a la mujer. Es una
significación constante y universal. En estos instantes finales de su vida
descubría lo que había perdido, y se avergonzaba de la burla que él mismo había
intentado provocar con la misión del sabio.
Mujer con una perla Jean Baptiste Corot (francés, 1796-1875) |
Los poderosos se pierden muchas cosas en
su inmadurez. La más mínima experiencia de dominio adormece al hombre y hace
que se vuelva un hipócrita. Es como cuenta el Himno del alma, en el que un niño, imagen de todo hombre, es
enviado a un país lejano para rescatar una perla que se encuentra en el fondo
de un pozo vigilado por un dragón, pero se entretiene comiendo los frutos de la
tierra y se olvida de su cometido. Así nos pasa con el poder, nos lleva a la
desmemoria de nuestra misión. Luego de mucho tiempo, gracias a una carta, un
texto de redención, que lleva un águila, el niño recuerda su misión y la
cumple. Esa carta es conocimiento de salvación, indica cómo somos rescatados de
la vanidad y la suficiencia, es otro de los significados de la perla.
La tradición cristiana nos cuenta que
existe una concha en el mar llamada concha purpúrea, que asciende desde las
profundidades, abre la boca y bebe el rocío del cielo y los rayos del sol, de
la luna y de las estrellas, y forma así su perla por obra y gracia de las luces
superiores. Las dos valvas de la concha equivalen al Antiguo y Nuevo Testamento
y la perla misma es Jesucristo.
El rey miraba la perla azul. Antes de su
fin se dio cuenta que su estúpida burla se había convertido en un gesto de
misericordia del Todopoderoso que no abandona ni siquiera a los más tontos. La
perla significa la vida regenerada de aquel que ha muerto antes de morir;
mediante esta muerte se renace como perla.
La Trinidad Visión del libro Scivias II,2 Santa Hildegarda de Bingen O.S.B. (alemana, 1098-1179) |