Abstracción: pescando Alfred Henry Maurer (norteamericano, 1868-1932) |
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"¿Qué demonios estás haciendo?", le pregunté al mono cuando le vi
sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol.
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"Estoy salvándole de perecer ahogado", me respondió.
El
medio en el que vivimos
El
pez encierra muchos significados. Para no perdernos en ellos, contamos con las
tradiciones y culturas de la humanidad. Cada una de ellas, con sus
particularidades, es un camino que nos introduce a variados sentidos
universales, para que podamos sumergirnos en el inabarcable misterio de la
vida.
Tomemos
como ejemplo la tradición cristiana. En el Antiguo Testamento, uno de sus
pilares, el pez no es apto para los sacrificios del templo pero sí es válido
como alimento, lo que implica que era considerado un animal puro. La palabra
pez en griego, ikhthys, para los
cristianos es un ideograma, cuyas cinco letras griegas son las iniciales de
otras tantas palabras a saber: Iesous,
Khristos, Theou Uios, Soter, que en
castellano significan: Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador. De
ahí las numerosas representaciones del pez en los monumentos cristianos, que
los creyentes de toda condición pueden interpretar.
Llama
a la atención que en tiempos del cristianismo primitivo la gente pudiera
entender ideogramas, a pesar de la escasa alfabetización en el sentido moderno
del término. La formación de aquellas poblaciones era muy importante. Estaba
concentrada en aspectos del alma humana, sabiendo que las dimensiones
materiales son valiosas en la medida es que estén insertas en una espiritualidad.
Los ritos religiosos, las festividades y celebraciones de todo tipo, las
reuniones comunitarias, las catequesis y otras formas de iniciación en los
misterios, todo brindaba a la gente herramientas para poder ingresar en los
misterios.
En
el mundo cristiano, como el mismo Cristo había comido pescado y lo había
multiplicado junto al pan para alimentar una multitud, el pez se convirtió en
un símbolo eucarístico. Otra relación es que el pez vive en el agua y los
cristianos son sumergidos en el agua en el bautismo. Este simbolismo lleva a
considerar al cristiano como un pececito, a imagen del propio Cristo.
En
las tradiciones el mono presenta aspectos positivos y también negativos. En el
cuento se resaltan estos últimos. Es como una conciencia disipada, que va
saltando de rama en rama, que no está concentrada, y es capaz de realizar
acciones absurdas: sacar al pez del agua para que no se ahogue.
Si
consideramos al pez del como símbolo del hombre, nuestra civilización es como
el mono que saca al ser humano del medio en el cual puede vivir, es decir, de
la espiritualidad, y lo pone en el árbol del miedo y del deseo. Las sociedades
de nuestro tiempo están creídas que su única posibilidad de sobrevivencia está
en el consumo desaforado y sus poderes mantienen a las poblaciones sometidas
mediante el miedo.
Siempre
contamos con la espiritualidad, que nunca nos faltará, pues es algo
constitutivo de nuestra esencia. No seríamos seres humanos si no tuviésemos
interioridad, aunque no le prestemos atención. Como el pez vive en el agua, que
es lo que abunda en el mundo, del mismo modo estamos sumergidos en el espíritu,
que anima la realidad.
Alegoría de la salvación Wolf Huber (austriaco, 1485-1553) |