domingo, 1 de diciembre de 2019

CARGAR LAS PIEDRAS


 
75-60
Maki Haku
(japonés,1924-2000)

Un Maestro propuso a sus discípulos el siguiente relato:

- "Un hombre que iba por el camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco después tropezó con otra. Igualmente la cargó. Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no pudo caminar. ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?"

- "Que es un necio", respondió uno de los discípulos. "¿Para qué cargaba las piedras con que tropezaba?"

Dijo el Maestro:

- "Eso es lo que hacen aquellos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aun la amargura de las propias equivocaciones. Todo eso lo debemos dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor contra los demás o contra nosotros mismos. Si hacemos a un lado esa inútil carga, si no la llevamos con nosotros, nuestro camino será más ligero y nuestro paso más seguro."


La trascendencia
El penitente San Jerónimo en el desierto
Cima de Conegliano
(italiano, 1459-1517)

Coincidimos con los discípulos del Maestro: el hombre que acarrea las piedras es un necio. Y se hace más evidente cuando el maestro relaciona las piedras con las ofensas recibidas y las propias equivocaciones. Para llevar una vida madura es necesario dejar atrás muchas cargas y continuar por el camino con el menor peso posible.

Sin embargo, algo en nosotros nos lleva a compadecernos del que acarrea semejante peso. Si buscamos en el origen de la palabra necio, nos vamos a encontrar que significa ignorante, y comparte la raíz con palabras importantes como ciencia, científico, omnisciente, consciente. El hombre con sus piedras es la negación de todo esto.

En muchas culturas, incluso la occidental en la que estamos sumergidos, se suele plantear una vía negativa para el conocimiento de la realidad completa. Se observa que nuestra razón es muy limitada cuando se trata de aspectos inmensos de esa realidad. Cuando llegamos a esos bordes presentimos que hay un abismo que no podemos explicar y apenas podemos balbucear algunas preguntas: cuál es el origen de la vida, cuál es el límite del universo, cuál es el centro de mi ser. En estas y en otras muchas preguntas presentimos que están escondidas situaciones personales, como por ejemplo, por qué nos cuesta tanto olvidar ofensas y por qué nos es tan difícil superar las propias equivocaciones.
 
Penitentes
Cady Wells
(norteamericano, 1904-1954)
Siglos atrás, Nicolás de Cusa (alemán, 1401-1464) escribió un texto muy reconocido por los expertos cuyo título fue Sobre la docta ignorancia, que influenció en grandes hombres del Renacimiento. Allí va a hablar de la realidad absoluta, la que contiene todas las cosas, aún las opuestas. Como místico, hombre de fe, a esa realidad la llama Dios.

La docta ignorancia consiste en reconocer la imposibilidad de un conocimiento racional de Dios, dado que la inteligencia humana es finita, y que la divinidad por el contrario, es infinita. Hemos de acercarnos a Dios con plena conciencia de nuestra finitud y buscar la verdad con un método no comprensible es decir por encima de lo que es la razón humana. Trascendiendo los límites de la lógica, debemos concebir a Dios más allá de toda oposición, pues él es lo máximo y lo mínimo, porque todo está contenido en él.

Vayamos en rescate de aquel hombre que acarrea las piedras. La fórmula del maestro no lo va a ayudar, no alcanza con decir que tiene que dejar de lado las ofensas y los propios errores. Lo único que nos puede ayudar es comprender, desde nuestra intuición, que estamos sumergidos en la realidad infinita y si en ella nos perdemos, allí nos encontraremos. Solamente en un corazón comprensivo encontraremos el alivio de nuestras cargas, y el sentido de todos los obstáculos.

El hermoso pájaro revelando lo desconocido a una pareja amante
Joan Miró
(español, 1893-1983)