Cuatro cabezas grotescas Leonardo da Vinci (italiano, 1452-1519) |
Un
estudiante se quejaba en cierta ocasión ante Bankei:
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"Maestro, tengo muy mal temperamento. ¿Cómo podría controlarlo?"
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"Tienes algo muy raro", replicó Bankei. "Déjame verlo."
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"No puedo enseñarlo en este momento", dijo el otro.
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"¿Cuándo podrás hacerlo?", preguntó Bankei.
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"Surge de improviso", contestó el estudiante.
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"Entonces", concluyó el maestro, "no debe ser tu propia
naturaleza. Si lo fuera, podrías enseñármelo cuando quieras. No lo llevabas
contigo cuando naciste, y tus padres no te lo dieron. Piensa en ello."
Rasgos
de personalidad
Hipócrates Autor desconocido Manuscrito bizantino, s. XIV |
Bankei
quiso enseñar a su discípulo que no hay buen o mal temperamento. Cada
temperamento es pleno y valioso pero no hay ninguna calificación moral sobre
cada uno o sobre su conjunto. El temperamento pertenece a la propia naturaleza,
viene con nosotros cuando nacemos y es dado por nuestros padres. Otra cosa es
lo que adquirimos durante la vida del ambiente en que vivimos, lo que nos llega
a través de la difusión cultural y lo que adquirimos por ambición y deseo. Esto
es realmente lo que no manejamos y por eso no podemos mostrárselo a nadie según
nuestra voluntad. Los especialistas lo suelen llamar carácter.
El
médico griego Hipócrates (460-370 a. C.), secundado siglos después por otro
colega del mismo origen llamado Galeno (129-200), decía que hay cuatro
temperamentos básicos que por lo general se dan mezclados en el ser humano,
siendo alguno de ellos el principal dentro de la personalidad de cada uno y los
otros complementando en diferentes grados. Los cuatro son: sanguíneo, melancólico, colérico, y flemático.
El
temperamento sanguíneo caracteriza a las personas extrovertidas y vivaces,
receptivas y flexibles a los cambios, que son activas y disfrutan de la vida.
Este temperamento necesita que lo espiritual estabilice sus emociones y calme
su espíritu intranquilo. Un personaje típico de la Biblia es Pedro, el
principal de los apóstoles. Luego de Pentecostés mostró una moderación ajena a
su forma de ser, seguramente inspirado. Con esa fuerza dedicó su vida a seguir
a Cristo.
Cuatro apóstoles Albrecht Dürer (alemán, 1471-1528) |
Para
el temperamento colérico tenemos como modelo al apóstol Pablo. Las cualidades
del colérico es que es seguro y firme en sus decisiones, voluntarioso. Es autodeterminado
y valiente. Pero siempre necesita controlar su tendencia a lo violento. La
oración y meditación es su gran ayuda. Distinto es el melancólico, que es rico
interiormente, analítico, reflexivo, original, pero también es alguien que
tiene preocupaciones injustificadas. Es depresivo, tentado a dar una imagen de
sufrido. El modelo bíblico es el apóstol Tomás, el que duda.
Finalmente el más
confiable, equilibrado, es el flemático. Es de ánimo alegre, sensible aunque de
pocas palabras. Sus efectos son: no tiene confianza en sí mismo, es pesimista y
también temeroso. Es indiferente y se acomoda a las circunstancias según le
convenga. El mejor ejemplo de la Biblia es el tranquilo, bonachón Abraham. Se
salvó, como dice la Escritura, porque creyó en Dios y esto le fue contado por
justicia, tal como lo expresa san Pablo al escribirle a los Gálatas.
La clasificación de Hipócrates
nos sirve para conocernos a nosotros mismos y poder descubrir
cuál es la fórmula compleja de nuestro carácter.
Los cuatro temperamentos Charles Le Brun (francés, 1619-1690) |