domingo, 9 de febrero de 2020

TEMPERAMENTO

Cuatro cabezas grotescas
Leonardo da Vinci
(italiano, 1452-1519)



Un estudiante se quejaba en cierta ocasión ante Bankei:

- "Maestro, tengo muy mal temperamento. ¿Cómo podría controlarlo?"

- "Tienes algo muy raro", replicó Bankei. "Déjame verlo."

- "No puedo enseñarlo en este momento", dijo el otro.

- "¿Cuándo podrás hacerlo?", preguntó Bankei.

- "Surge de improviso", contestó el estudiante.

- "Entonces", concluyó el maestro, "no debe ser tu propia naturaleza. Si lo fuera, podrías enseñármelo cuando quieras. No lo llevabas contigo cuando naciste, y tus padres no te lo dieron. Piensa en ello."


Rasgos de personalidad
Hipócrates
Autor desconocido
Manuscrito bizantino, s. XIV

Bankei quiso enseñar a su discípulo que no hay buen o mal temperamento. Cada temperamento es pleno y valioso pero no hay ninguna calificación moral sobre cada uno o sobre su conjunto. El temperamento pertenece a la propia naturaleza, viene con nosotros cuando nacemos y es dado por nuestros padres. Otra cosa es lo que adquirimos durante la vida del ambiente en que vivimos, lo que nos llega a través de la difusión cultural y lo que adquirimos por ambición y deseo. Esto es realmente lo que no manejamos y por eso no podemos mostrárselo a nadie según nuestra voluntad. Los especialistas lo suelen llamar carácter.

El médico griego Hipócrates (460-370 a. C.), secundado siglos después por otro colega del mismo origen llamado Galeno (129-200), decía que hay cuatro temperamentos básicos que por lo general se dan mezclados en el ser humano, siendo alguno de ellos el principal dentro de la personalidad de cada uno y los otros complementando en diferentes grados. Los cuatro son: sanguíneo,  melancólico, colérico, y flemático.

El temperamento sanguíneo caracteriza a las personas extrovertidas y vivaces, receptivas y flexibles a los cambios, que son activas y disfrutan de la vida. Este temperamento necesita que lo espiritual estabilice sus emociones y calme su espíritu intranquilo. Un personaje típico de la Biblia es Pedro, el principal de los apóstoles. Luego de Pentecostés mostró una moderación ajena a su forma de ser, seguramente inspirado. Con esa fuerza dedicó su vida a seguir a Cristo.
Cuatro apóstoles
Albrecht Dürer
(alemán, 1471-1528)

Para el temperamento colérico tenemos como modelo al apóstol Pablo. Las cualidades del colérico es que es seguro y firme en sus decisiones, voluntarioso. Es autodeterminado y valiente. Pero siempre necesita controlar su tendencia a lo violento. La oración y meditación es su gran ayuda. Distinto es el melancólico, que es rico interiormente, analítico, reflexivo, original, pero también es alguien que tiene preocupaciones injustificadas. Es depresivo, tentado a dar una imagen de sufrido. El modelo bíblico es el apóstol Tomás, el que duda.

Finalmente el más confiable, equilibrado, es el flemático. Es de ánimo alegre, sensible aunque de pocas palabras. Sus efectos son: no tiene confianza en sí mismo, es pesimista y también temeroso. Es indiferente y se acomoda a las circunstancias según le convenga. El mejor ejemplo de la Biblia es el tranquilo, bonachón Abraham. Se salvó, como dice la Escritura, porque creyó en Dios y esto le fue contado por justicia, tal como lo expresa san Pablo al escribirle a los Gálatas.

La clasificación de Hipócrates nos sirve para conocernos a nosotros mismos y poder descubrir cuál es la fórmula compleja de nuestro carácter.


Los cuatro temperamentos
Charles Le Brun
(francés, 1619-1690)