domingo, 2 de agosto de 2020

EL INSECTO Y EL CARACOL

Caracol tierra
Anna Letycia
(brasileña, 1929-2018)
 

Un caracol japonés subía lentamente por el tronco de un cerezo. Era febrero, o quizás marzo. El caracol se encontró con un insecto que le dijo:

-Pero ¿adónde vas? ¡No es temporada! ¡No hay cerezas en ese árbol!

-Las habrá cuando llegue –contestó el caracol sin detenerse.

 

 

Distintas percepciones

 

La brevedad del cuento, su austeridad de palabras, nos abre misteriosamente a un inmenso horizonte de pensamiento. El corto diálogo entre el insecto y el caracol se desarrolla teniendo apenas una rama de cerezo como escenario y la proximidad de la fiesta de la primavera.

Cerezo florecido en el templo
Okumura Togyu
(japonés, 1889-1990)
 

La floración de los cerezos es uno de los espectáculos naturales más estimados del Japón. La flor del cerezo es un símbolo de pureza, y por esta razón es el emblema del ideal caballeresco; su té es bebido en las ceremonias de casamiento como símbolo de felicidad. Es la imagen de la prosperidad y de la felicidad de la existencia terrena, que son de hecho, aunque no se percibe inmediatamente, prefiguraciones de la beatitud sin tiempo.

 

La flor de cerezo, efímera y frágil, llevada por el viento, simboliza también una muerte ideal, separada de los bienes de este mundo y de la precariedad de la existencia. Los guerreros japoneses samuráis representan su destino como romper la pulpa roja de la cereza para alcanzar su duro carozo, es decir realizar el sacrificio de la sangre y la carne, para llegar a la piedra angular de la persona humana.

 

El corto diálogo nos pone ante la consideración del tiempo. El pensamiento de San Agustín (354-430) muestra la dificultad:

¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.

(Confesiones, XI, XIV, 17)

El tiempo es la clave del modo en que percibimos las cosas. En nuestro viaje desde el nacimiento hasta la muerte el tiempo es lo que marca cada uno de los hechos, pensamientos y sucesos.

 

Insectos voladores
Qi Baishi
(chino, 1864-1957)

En la sensibilidad de los pueblos de Oriente para con el tiempo hay una atenta mirada de la naturaleza y de sus ciclos, sean estaciones, sean meses. Para esta civilización lo verdaderamente importante es captar la calidad del momento y estar atento a la oportunidad, al instante justo en el que el viento puede soplar en nuestro favor. La temporalidad oriental, en armonía con el tiempo cósmico es muy sensible a los detalles y aprecia el aspecto cualitativo del tiempo.

 

Henry Bergson (francés, 1859-1941), como varios maestros del pensamiento, enseña que el tiempo está en nuestra alma. No es que nosotros tengamos que adaptarnos y calzar en un tiempo preexistente, sino que la vida humana es esencialmente libre. Y la libertad no consiste en elegir una de las posibilidades, sino en crear la posibilidad misma, en inventar. Es vivir según la propia condición, según el ritmo interior que cada uno posee, como el caracol.


Cerezo florecido en la oscuridad
Hiroshi Senju
(japonés, n. en 1958)