Réplica de fuga en dos colores: Amorpha Frantisek Kupka (checo, 1871-1957) |
“El
amante, llamó a la puerta de su amada.
-¿Quién
es?- preguntó la amada desde dentro.
-
Soy yo – dijo el amante.
-
Entonces márchate. En esta casa no cabemos tú y yo.
El
rechazado amante se fue al desierto donde estuvo meditando durante meses
considerando la respuesta de la amada.
Por
fin regresó y volvió a llamar a la puerta.
-¿Quién
es? –
-
¡Soy tú!
Y
la puerta se abrió inmediatamente.”
El
camino de la Vida
Isla Feliz
Johannes Itten
(suizo, 1888-1967)
Muchas
cosas le pasan al ser humano que están más allá de su razón. No es que sean
alocadas, delirantes, sino que son inefables, no se pueden expresar. El ejemplo
más utilizado es el del perfume de la flor, que es inexpresable en palabras. La
totalidad las cosas inefables sumadas a las que pueden ser conocidas y dichas,
es infinita. Sin embargo, muchísimas personas perciben que esa inmensidad,
incluyendo a todos los hombres, se la puede simbolizar con la unidad.
El
mismo símbolo tiene varios significados. Entre ellos, el uno es un símbolo del hombre de pie: único ser vivo que goza de
esta facultad. Representa al hombre activo, asociado a la obra de la creación. También
nos habla del principio. El uno es considerado como un lugar
simbólico, como la fuente y origen de todas las cosas. Es desde donde todos los
seres vienen.
En
el plano de las percepciones, el ser humano descubre una resonancia entre estar
de pie y el principio. Se dice que el hombre camina erguido en la vida buscando
siempre su eje, su principio, porque intuye que volviendo a ese origen,
experimentándolo, encontrará la plenitud que ansía. El uno es entonces fuente y fin de todas las cosas, el centro cósmico
que la humanidad busca.
Tener y no tener
Bill Jensen
(norteamericano, n. en 1945)
Para
expresar esta búsqueda tan profunda se han utilizado muchísimas imágenes, pero
la favorita de las culturas es la de la relación entre el amante y la amada. Se
entiende esta preferencia por dos aspectos que hacen a lo más esencial de esta
relación: está atravesada por el amor y culmina en la unión, en la unidad.
Lo
que hasta aquí se ha dicho no es una explicación, no está basado en razones demostrables,
sino que son cosas más propias del espíritu. En esta dimensión, el lenguaje más
adecuado es el de los símbolos, las metáforas y las imágenes, como la que se
presenta en el cuento citado, que nos enseña cómo actuar cuando llamemos a la
puerta de la unidad. Sea desde el
centro de nuestro ser, o desde el centro del universo entero, cuando nos
pregunten: quién es, sepamos
responder con las profundas y conmovedoras palabras que muestran nuestra
identidad verdadera, en el amor.
Sin título. Ksenia Ender (rusa, 1895-1955) |