El cuento “El chacal y los jabalíes” forma parte de una importante colección que se llama “Calila y Dimna”. Originalmente son cuentos muy antiguos de la India, reunidos en el Panchatantra, alrededor del siglo III a.C., escritos en sánscrito. Un filósofo y médico del siglo VI de nuestra era, llamado Berzebuey, tradujo el texto al pahlavi, dialecto que fue la lengua oficial del Imperio Persa. Posteriormente fue llevado al árabe, y en el 1200 al castellano. En todos estos pasos hubo modificaciones y adaptaciones a las mentalidades de las épocas respectivas.
Manuscrito árrabe de Calila y Dimna (ca. 1200 d.C.) |
La función de esta colección de relatos fue transmitir el saber y la sabiduría, de forma grata, sencilla y amena, a los príncipes y gobernantes, vinculando las realidades generales con los ejemplos concretos, relacionando el saber con el actuar.
La tradición espiritual considera que cada uno de nosotros es el príncipe de su propia vida. Es cierto que miles y miles de relaciones, situaciones y acontecimientos nos acompañan cotidianamente, pero siempre hay una instancia suprema en nuestro interior que decide y orienta. Recibe varios nombres como conciencia, sí mismo, corazón, y en todos los casos refleja el centro gobernante de la propia vida.
El contexto de cada cuento es una conversación entre el sabio cuentacuentos de la corte y el joven príncipe. Paso a paso, se van vinculando las historias para hacer de esta conversación una aventura llena de sorpresas y enseñanzas.
“- Cualquier sanción parece leve, dijo el viejo, comparada con el escarmiento que sufrió aquel chacal que incitaba a dos jabalíes a pelear.
-¿Qué castigo fue aquél?, preguntó el joven rey.
El viejo sabio le hizo la reverencia y empezó a narrar su historia.
Un hambriento chacal, mientras buscaba algo para comer, se encontró a dos jabalíes que luchaban con sus cuernos y colmillos. En esa violenta batalla, la sangre había cubierto sus cuerpos y sus gemidos eran escuchados desde muy lejos.
El chacal, al ver esa escena, se puso muy contento y pensó: “Cuanto más feroz sea la pelea, mejor será para mí”. Inmediatamente empezó a animarles para que lucharan uno contra el otro. “¡Eso es, dale bien, mátalo!”, gritaba el chacal.
Los dos jabalíes seguían luchando con más vehemencia, hasta que la sangre empezó a correr sobre la tierra que pisaban.
El chacal se puso a gritar con más fuerza que antes: “Vamos, acaba con él, ¡mátalo!”, mientras lamía la sangre caliente que regaba el suelo.
Los dos jabalíes, exhaustos, temblaban de furia y reunieron todas sus fuerzas para poner fin a la batalla.
El chacal estaba tan ocupado en aprovechar de la situación que no se dio cuenta de estar atrapado en medio del un forcejeo entre los jabalíes sin poder reaccionar. Sus huesos sonaron como un violento ¡crac!, y quedaron a merced de los dos jabalíes como una nuez descascarada.
Cuando el viejo sabio terminó su relato, el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:
- Quien se alegra de la desgracia ajena debe afrontar las consecuencias. Pero, ¡qué pena que esa justicia rápida sólo se administra en las fábulas!
- Es verdad, Majestad, contestó el anciano.”
Enseñanza de la acción.
La conclusión del príncipe es la más popular. Lo que sucede entre los jabalíes es una desgracia, y está muy mal aprovecharse de la situación penosa ajena. Es la misma mirada que tiene José Hernández (argentino, 1834-1886), en el Martín Fierro, pero con el acento puesto en los jabalíes.
“Los hermanos sean unidos,
Porque ésa es la ley primera.
Tengan unión verdadera
En cualquier tiempo que sea-
Porque si entre ellos pelean
Los devoran los de ajuera.”
La desgracia tiene muchas formas, pero la que ocurre entre los jabalíes es la peor: la pérdida de consideración por el otro, la ausencia de favor y de afecto. Ni siquiera la presencia del chacal, el aprovechador, los hace recapacitar. Por el contrario, aumentan su furia y se deciden por el peor de los resultados, la muerte, que ya no tiene vuelta atrás.
Combate de los peces. Max Ernst (alemán, 1891-1976) |
La actitud del chacal es repugnante. No solamente se aprovecha de la sangre derramada, sino que se pone contento de toda la situación. Cuántas cosas hay para alegrar la vida, y este despreciable ser de la fábula se alegra del mal ajeno.
El comienzo de la historia del viejo dice que el chacal estaba hambriento, buscando algo para comer. El chacal es un animal, un ser viviente, que en cuanto tal manifiesta un aspecto de la creación, de su bondad y de su belleza. Lo repugnante del chacal es fruto de una actitud que nace con el hambre, esa necesidad natural que le permite vivir. Muchas vilezas tienen causas muy simples, como el no tener los alimentos para saciar el hambre.
Animales antiguos.
Junto a la enseñanza ética, el cuento también nos abre a otras reflexiones a través de los símbolos elegidos. Entre ellos, el más importante es el jabalí.
Jabalí. Textil de la etnia Kuna. (Islas de San Blas, Panamá) 1990. |
En la memoria de la humanidad se conserva el relato de un dios mitológico que toma forma de jabalí, para sumergirse en las aguas primordiales. El animal sagrado, saca a flote la tierra con sus colmillos, para que sea el lugar de la vida. Por eso, a toda la manifestación de la naturaleza se la consideró bajo el signo del jabalí blanco, y a la primera tierra rescatada, una especie de paraíso, se la denominó “la tierra del jabalí”.
En el mundo occidental, el jabalí representó a la autoridad espiritual. El hombre originario lo imaginaba viviendo en el bosque y solitario, como un brujo o adivino. En el mismo bosque, también vivía el oso, el representante de la autoridad temporal, el guerrero o caballero. En tiempos cercanos, todavía se encuentran estas referencias en escudos y monedas.
Estos aspectos luminosos del símbolo del jabalí, también tienen una contrapartida oscura. Se lo relaciona con la ignorancia. También se lo ha puesto en relación con el mal, vinculado a la suciedad. Se lo considera representante de la impetuosidad y el descontrol de las pasiones.
Sin embargo, ha quedado como un animal de valor, incluso temerario. No ha faltado un artista que puso, en la escena del pesebre de Jesús, un león y un jabalí en lugar del buey y del asno tradicionales.
Las verdaderas dimensiones de la lucha entre los jabalíes, la lucha entre hermanos, según la versión de Calila y Dimna, o su equivalente en el Martín Fierro, quedan plasmadas con los aspectos de este símbolo.
Jabalí. Franz Marc (alemán, 1880-1916) |