Salomón y la Reina de Saba Konrad Witz (alemán suizo, 1400-1446) |
Cuando la reina de Saba recibió la visita
del gran Salomón, con quien rivalizaba en sabiduría, le propuso un enigma. Lo llevó a una habitación de su palacio donde
unos prodigiosos artesanos habían llenado el espacio de flores artificiales. Parecía un milagroso prado, donde múltiples
flores desprendían su aroma y se balanceaban suavemente bajo el efecto de una
desconocida brisa.
-He
aquí mi enigma –dijo la reina-. Una de estas flores, sólo una, es una flor de
verdad. ¿Puedes señalármela?
Salomón
miró atentamente a su alrededor.
Recurrió a lo más delicado de su sensibilidad, de todas las fuerzas de
su concentración. No pudo señalar la
flor de verdad. Entonces, como estaba
sudando, le dijo a la reina de Saba:
-Aquí
hace un calor poco habitual. ¿Puedes
pedirle a uno de tus sirvientes que abra una ventana?
La
reina ordenó que se abriese una ventana.
-He
aquí la verdadera flor- dijo el rey un momento después.
No
podía equivocarse. Una abeja que había
entrado por la ventana acababa de posarse en la única flor de verdad.
Si
siempre es difícil ser Salomón, dicen los comentaristas de esta historia,
todavía es más difícil ser abeja. Pero
lo más difícil, en todas las épocas, es ser la flor.
Las
distintas dificultades
Los
protagonistas de este cuento están en los textos del Antiguo Testamento. Salomón, nació en Jerusalén cerca del año
1000 a.C y vivió 70 años. Era el segundo
hijo del Rey David y de Betsabé.
Prevaleció sobre otros medio hermanos y obtuvo el reino de su padre,
venciendo a varios enemigos. Fue el
último que gobernó los reinos de Israel y Judá unificados y lo hizo durante 40
años.
Boca de dragón rojas Georgia O´Keeffe (estadounidense, 1887-1986) |
Durante
su reinado, el país experimentó un gran desarrollo económico y cultural. A Salomón se lo consideró el sabio del
Antiguo Testamento, y se le atribuyeron varios libros, aunque en realidad
muchos fueron muy posteriores. Los más
importantes son El Cantar de los Cantares, el Eclesiastés, el Libro de la
Sabiduría, y especialmente los Salmos.
Así se dice en la
Biblia del hombre sabio: "Dichoso el hombre que ha encontrado la sabiduría
y el hombre que alcanza la prudencia; más vale su ganancia que la ganancia de
plata, su renta es mayor que la del oro. Más preciosa es que las perlas, nada
de lo que amas se le iguala. Largos días a su derecha, y a su izquierda riqueza
y gloria. Sus caminos son caminos de dulzura y todas sus sendas de bienestar.
Es árbol de vida para los que a ella están asidos, felices son los que la
abrazan." (Proverbios 3,13-18)
La fama de Salomón
se extendió a Etiopía y Yemén, de donde se cuenta que vino la Reina de Saba para
conocerlo. Era negra y hermosa. Llegó a quedarse seis meses con el rey, se
convirtió al judaísmo, religión que luego trasladó a su propia tierra, lo que
explica el judaísmo y luego el cristianismo etíope. El cuento narra un viaje de Salomón a Saba,
pero nada de esto está en la Biblia.
Ariel y la abeja (ilustración de La Tempestad) Edmund Dulac (francés, 1882-1953) |
Salomón
fue puesto como modelo del hombre sabio, como también la Reina de Saba. Como
dice el final del cuento, es muy difícil llegar a imitar este camino. La Biblia
enseña que esto se alcanza con mucha dedicación y concentración, como la tuvo
el rey. Pero sobre todo, con una gran
vida interior, aceptando que solamente con la protección de la divinidad es
posible alcanzar este logro.
Más
difícil aún es ser como la abeja. Ella
cumple con su impulso, y no se confunde en el mar de hermosas flores
artificiales. Sabe elegir cuál es la verdadera
flor, y se la señala al rey que, a pesar de su sabiduría, estaba anonadado. La
labor más complicada es hacer aquello para lo que estamos destinados, el
cumplir estrictamente lo que se nos ha señalado. Muchos que viven así nos ayudan a salir de
nuestra incertidumbre ante tanto artificio, para ver cuáles son las cosas
verdaderas.
Pero
el máximo logro, según el maravilloso final, es el de la verdadera flor. Es lo que es, ni más ni menos. No hay nada artificial, ambicioso, engañoso
en ella. Los artesanos elaboraron muchas
flores falsas, pero nunca llegaron a la verdadera, a la auténtica en esencia.
Esto
es lo más difícil para cada uno de nosotros, ser simplemente lo que somos, con
nuestras virtudes, defectos, alegrías, tristezas, descubrimientos y
frustraciones. Una verdad que orientará
a aquellos sumergidos en la vida cotidiana y que finalmente iluminará al sabio
que duda.
Amaryllis Piet Mondrian (neerlandés, 1872-1944) |