domingo, 28 de septiembre de 2014

LA FORMA DE LA NIEVE

El censo de Belén
Pieter Brueghel, el viejo
(brabantés, 1525-1569)

Srulek se acercó un día a un ciego y se sento a su lado.
- Srulek, dime, ¿cómo es la nieve?

- Es blanca – contestó Srulek.

- Ah- dijo el ciego.

Un momento más tarde volvió a preguntar:
- Pero ¿cómo es blanca?

- Blanca – dijo Srulek buscando las palabras -, blanca, como la leche.

- Ah – dijo el ciego.

Y un momento más tarde preguntó:
- ¿Cómo es la leche?

- La leche – dijo Srulek – es como esos pájaros que están en los ríos, ya sabes, los cisnes...

- Ah – dijo el ciego.

Y un momento más tarde le preguntó a Srulek:
- Dime, Srulek, ¿cómo es un cisne?

- Pues, es un pájaro grande, con largas alas, un cuello muy largo y curvo y un pico así...

Srulek alargó el brazo y con el puño imitó al pico del cisne. El ciego alargó la mano y acarició, lenta y cuidadosamente, el brazo y la mano de Srulek, y entonces dijo sonriendo:
- Ah sí, ahora veo cómo es la nieve...


Una manera de aprender

Alta nieve, sol bajo
Tehodoros Stamos
(griego, 1922-1997)
         Este relato habla del aprendizaje.  Para todos, aprender es algo muy complejo.  Sin embargo, la delicia del cuento está en mostrar algo de esta complejidad, con una situación simple, graciosa y humana.  Se pueden escribir muchos textos y no llegaríamos a la sutileza que aquí se usa para mostrar el descubrimiento de la realidad.

         El ciego es equivalente a nuestro estado de ignorancia.  Si bien aprendemos con todos los sentidos, la vista es el más relacionado con el conocimiento.  A veces, cuando alguien está haciendo un razonamiento abstracto sobre alguna cuestión invisible, usa de muletilla: “¿ven?”, para saber si el auditorio está comprendiendo.  La diferencia está en que el hombre de la historia carece de visión, quizás de manera irremediable, pero el ignorante puede salir de la oscuridad del desconocimiento.  Y aquí se refiere a una de las formas para vencer esa enfermedad del alma.

         Lo primero es el uso de vocablos.  Para el ciego, “nieve” es un vocablo, una serie de sonidos concatenados.  No conoce qué significa esa palabra, para él es apenas un sonido armonioso.  Sabe pronunciar, tiene un idioma, pero le falta algo para saber de qué se trata ese término.

         La forma de las preguntas nos da una pista.  El ciego pide una comparación: “¿cómo es la nieve?”.    Una manera concreta que tenemos de aprender es la comparación.  Desde la nieve se pasa al blanco, del blanco a la leche, de la leche al cisne.  Es comparando cómo vamos ampliando nuestros conocimientos. 

En general, las cosas más cotidianas las conocemos en nuestro hogar, en los primeros años.  Mediante los sentidos, con la ayuda de los que conviven con nosotros y nos cuidan, vamos asimilando el mundo a nuestro alrededor.  Algunas cosas quedan claramente en nuestra conciencia, estamos alertas.  Otras, pasan a ser un recuerdo o un estímulo.  Otras son vocablos vacíos de contenido, como la “nieve” es para el ciego.  En la escuela, comparando con otras cosas, vamos ampliando nuestros conocimientos y dando contenido a los vocablos, que se transforman en conceptos y palabras.

La última nieve
Isaac Levitan
(lituano, 1860-1900)
Pero no podemos estar comparando constantemente, tiene que haber un punto en el cual un vocablo se acerca a lo concreto.  En el cuento, el cisne está destinado a ser algo concreto, una forma en el brazo de Srulek.  La comparación sirve como aprendizaje, si alcanza la experiencia.  El ciego toca el brazo de su interlocutor y comprende.  Los vocablos se llenan de contenido con la experiencia, a partir del ejercicio de los sentidos sobre algo real y concreto.

No sabemos qué entendió el ciego que era la nieve.  Pero para empezar a saber le hicieron falta dos cosas. La primera fue la experiencia concreta, tocar el brazo de su compañero, que le representaba, de la mejor manera que podía, a un cisne.  Lo otro que le hizo falta fue un maestro, que le enseñara, con paciencia y benevolencia, un camino hacia el conocimiento. 

El aprendizaje es complejo.  Hace falta lenguaje, comparación, experiencia, con una compañía benevolente que sepa encontrar los caminos para apartarnos pacientemente de la ignorancia.

El aprendizaje es también un camino de paz.  La realidad es infinita, por lo que siempre seremos como ciegos en muchos aspectos.  Por lo tanto, la tarea de enseñanza entre los seres humanos es tan amplia como la realidad misma.  Toda comunidad auténtica es un bello entramado de seres humanos que saben que serán simultáneamente maestros en algo y discípulos en otras cosas, toda la vida.

Nieve, puesta del sol
Kiyoshi Saito
(japonés, 1907-1997)