Dos amigos viajaban por el desierto
y en un determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que
decir, escribió en la arena:
“Hoy mi mejor amigo me pegó una
bofetada en el rostro”.
Siguieron adelante y llegaron a un
oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado
comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un
estilete y escribió en una piedra:
“Hoy mi mejor amigo me salvó la
vida”.
Intrigado, el amigo preguntó:
-¿Por qué, después de que te
lastimé, escribiste en la arena, y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió:
-Cuando un gran amigo nos ofende,
deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se
encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado, cuando nos pase algo
grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde
viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
No es para siempre
Las
tradiciones han valorado la amistad como una de las pocas cosas que nos llevan
a la plenitud de la vida. La palabra amistad, desde su origen, está
emparentada con el verbo amar, cuyo
sentido se descubre en esta hermosa realidad humana.
Reunión de amigos
Los amigos se convierten en flores
Max
Ernst (alemán,
1891-1976)
|
El romano Marco Tulio Cicerón (106 a.
C.- 43 a. C.), fue uno de los máximos defensores del sistema republicano
tradicional. Uno de sus escritos, Sobre la amistad, es el tratado más
importante de este tema. En esa ocasión,
habla de la amistad como el fundamento de la vida pública plena y de la
política, en función de la conquista y sostenimiento del bien común.
Es oportuno leer un párrafo de este
abogado y eximio orador de la antigüedad romana:
La
amistad contiene muy grandes cosas; a donde
quiera que te
vuelvas, está al alcance de la mano, de ningún lugar
se excluye, nunca
es intempestiva, nunca molesta
(…). Y no hablo ahora de la vulgar o
de la
mediocre, que, sin
embargo, por sí
misma deleita y aprovecha, sino de la verdadera y perfecta, cual fue la
de aquellos pocos que se nombran. Pues la
amistad hace no
sólo más espléndidas
las cosas favorables, sino
también más ligeras
las adversas, compartiéndolas y poniéndolas en común.
Con el mismo fervor podemos encontrar
elogios a la amistad en todo tiempo.
Inspirados por ideales religiosos o por búsquedas mundanas, los hombres
han hecho de ella una virtud insuperable.
El cuento citado tiene la intención de grabar en la piedra del corazón
su mayor elogio.
Pero la historia deja otra señal que no
debemos soslayar, como una sombra de lo que se afirma. Y este signo se refiere al cambio de la
actitud del amigo, que hace que proyectemos la mutación al principio de la
impermanencia. Toda virtud está sujeta a
cambio, y ni la piedra más dura le dará estabilidad y mucho menos eternidad.
Estamos
rodeados de ciclos como la noche y el día, ciclos económicos, las estaciones
del año, las fases lunares, los ciclos del agua. Como seres dinámicos siempre estamos en
movimiento. Nuestros pensamientos,
estados de ánimo, células, nacen y mueren en un instante para dejar paso a
renacimientos. Todo se modifica, todo
está en marcha, desde lo más pequeño hasta el universo entero.
El cuento presentado es la celebración
del momento, tanto del oscuro como del brillante. Es una invitación a verse libre del
sufrimiento que puede generar que algo
cambie. El protagonista reconoce que la
amistad puede cambiar, y para una situación escribe en la arena, y acepta con
confianza que su compañero de camino pueda cambiar. Está dispuesto a reconocer el cambio del
amigo, y lo escribe en piedra.
Observamos en el que fue ofendido y
luego salvado su capacidad de aceptar el cambio, sin ansiedad y sin miedo. Quizás haya sabido que todo iba a ser como
debía ser, que hay un plan inabarcable e incognoscible, el cual se vislumbra
cuando se acepta que todo está cambiando.
En su corazón ha prevalecido el amor grande y entregado, lo que da
cabida a la paz interior.
Evolución
Piet
Mondrian
(holandés, 1872-1944) |