domingo, 23 de junio de 2019

VERDADERA RIQUEZA


 
Conversación sobre la muerte
Karl Schmidt-Rottluff
(alemán, 1884-1976)

Un hombre muy rico le pidió a Sengai que le escribiese algo para la continuidad de la prosperidad de su familia, de manera que ésta pudiese mantener su fortuna de generación en generación.

Sengai tomó una larga hoja de papel de arroz y escribió:

- "El padre muere, el hijo muere, el nieto muere".

El hombre rico se indignó y ofendió:

- "¡Yo le pedí que escribiese algo para la felicidad de mi familia! ¿Por qué realizó una broma de este tipo?".

Sengai explicó tranquilamente:

- "No pretendí hacer bromas. Si antes de su muerte su hijo muriera, esto lo heriría inmensamente. Si su nieto se fuera antes que su hijo, tanto usted como él estarían destruidos. Pero si su familia, de generación en generación, muere en el orden que le describí, ése sería el curso más natural de la vida. Yo llamo a eso verdadera riqueza".


Símbolo de transformación
 
Alegoría de la Muerte
y el Hombre rico

Frans Francken el Joven
(holandés, 1581-1642)
Un hombre rico es el que tiene todo bajo control. Domina todas las áreas que necesita para que nunca le falten recursos en su vida y en sus emprendimientos. Es el que puede devolver favores, y retribuir al que lo ha agasajado; puede sostener una buena calidad de vida para su familia e incluso ayudar a la gente que trabaja en su entorno. La riqueza es dominio y control, cosas muy apreciadas en nuestro tiempo.

El protagonista del cuento se enoja con el maestro Sengai, porque éste le habla de algo que nadie puede controlar: la muerte. Ella designa el fin absoluto de algo positivo y vivo: un ser humano, un animal, una planta, una amistad, una alianza, la paz, una época. Si la consideramos como un símbolo la muerte es el aspecto perecedero y destructor de la existencia. Pero también nos introduce a mundos desconocidos, que la tradición denomina infiernos o paraísos. Como símbolo entonces designa los ritos de pasaje que son a la vez revelación e introducción.

Si miramos bien la muerte sólo puede tener un significado de transformación. Vemos como la civilización egipcia escribió El libro de los muertos y la tibetana El Bardo Thodol, suponiendo ambas que el alma después de la vida inmediatamente iniciaba otra vida en el más allá. La muerte no es un fin, sino el acceso a la vida verdadera, al reino del espíritu, tal como dice una conocida sentencia latina: mors janua vitae, la muerte es la puerta de la vida.
 
Seis cuadros pequeños
para ritos de iniciación

Autor desconocido
(budismo, ca. 1200)
 
Los ritos de iniciación de las distintas civilizaciones son costumbres que tienen mucho en común. En su realización atraviesan simbólicamente una fase de muerte antes de abrir a una vida nueva. Nos quieren transmitir que la muerte nos libra de las fuerzas negativas y regresivas, a la vez que desmaterializa y libera las fuerzas ascensionales de la mente. Dicho de otro modo, tiene el poder de regenerar.

En la mitología griega encontramos que Tánatos era un joven que personificaba la muerte sin violencia. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. Hay una experiencia de estos hermanos cada vez que nos dormimos. Acostarse y levantarse produce en nosotros transformaciones a lo largo de la vida, algunas notables, que aun en sentido profano podrían tomarse como muertes y resurrecciones.

Los seres humanos solemos afrontar el misterio de la muerte con angustia y la representamos con rasgos pavorosos. Pero esta actitud es más la resistencia al cambio y a una forma de existencia desconocida que el temor a una reabsorción en la nada. En esto la humanidad se parece al hombre rico que se indigna cuando le hablan de cosas que no están bajo su dominio.

El árbol de la vida
Ignacio de Ries
(español, 1612-1661)