domingo, 21 de julio de 2019

MARCANDO LA BARCA PARA LOCALIZAR LA ESPADA

Hombre sentado con espada
Dirck Hals
(holandés, 1591-1656)


Un hombre del Reino de Chu cruzaba un río cuando se le cayó la espada al agua. Al momento hizo una marca al costado de la barquilla.

         - Aquí fue donde cayó mi espada – dijo.

         Cuando la barca atracó se sumergió en el agua para buscar su espada, bajo el punto que había marcado. Pero como la barca se había movido y la espada no, el método para localizar la espada resultó ineficaz.


El río de la vida

Qu Yuan (339 a.C-278 a.C) es reconocido como el primer poeta chino. En una de sus obras se puede leer lo siguiente:

Preparo cultivos de orquídeas en nueve hectáreas
Y esquenante (hierba de flores rojas) en otras tierras calcáreas.
Tengo además parcelas de hierbas olorosas
mezcladas en campos de espigas hermosas.

Se refiere a la educación, a la formación de todos los miembros del reino de Chu, un territorio de China central destacado durante el período conocido como Primaveras y Otoños (722-481 a. C.) y el período de Reinos Combatientes (481-212 a.C.). Sorprende entonces que el protagonista de nuestro cuento haga una cosa tan contraria a la lógica al marcar en la barca dónde cayó su espada.
 
Botes
Arturo Souto
(español, 1902-1964)
Antes de considerar esta acción veamos algunos aspectos de la espada, en su etimología y como símbolo. Proviene de la raíz prehistórica indoeuropea sphe-, pedazo plano de madera. A partir de esta raíz los griegos formaron el vocablo spathé, hoja de la espada, que produjo en latín spatha, que significa espada, cuchillo, espada ancha. La antigua raíz sphe- está presente en otras palabras de nuestra lengua, tales como espalda, respaldo, respaldar y espátula.

En la antigüedad grecolatina, la espada estaba relacionada principalmente con dos divinidades. La primera era Marte, dios de la guerra, la violencia, la pasión, la valentía, entre otras cosas. Tiene un aspecto negativo, pero su contracara es ser destructor de la injusticia, la maleficencia, la ignorancia. El otro es Hefesto, dios del fuego y la forja, por donde la espada simboliza el fuego, especialmente el rayo que anuncia la lluvia. Para forjar el metal hace falta fuego para trabajarlo y agua en el momento justo para templarlo. Así la espada se convierte en elemento constructor, pues el alimento de la tierra para la comunidad humana depende del fuego del sol y del agua fecundante. Por eso la representación de la justicia, que es un aspecto de la construcción comunitaria, tiene una espada. 

En el Apocalipsis, último libro de la Biblia, se compara la Palabra de Dios con una espada de doble filo, que penetra en el corazón del hombre y con su poderío separa el mal y realiza la iluminación. Este es el sentido que puede tener la expresión empleada por Cristo: No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Así declara una guerra santa que se da estricta y exclusivamente en el interior de cada hombre.
 
Remero en un bote
Pierre Auguste Renoir
(francés, 1841-1919)
Vemos que el protagonista del cuento pierde algo sumamente valioso y significativo. La barca es temporaria en su marcha, es para cruzar el río, no le sirve como referencia. ¿En dónde le hubiese convenido poner una marca? Parece que lo mejor hubiera sido buscar un punto de referencia en una de las dos orillas.

Si el cuento nos refiere a una dimensión espiritual, cada orilla del río nos presenta significado propio. Si la marca la ponemos en la orilla desde donde partimos tenemos que tener en claro nuestro origen, tanto en lo que se refiere a nuestros antepasados como en nuestra dimensión de criaturas venidas de la mano de Dios. Si decidimos poner la marca en la otra orilla, debiera ser considerado el destino de nuestra vida en su dimensión más profunda, luminosa y trascendente. Somos seres humanos atravesando el río de la vida. Si queremos recuperar nuestros tesoros contemplemos con todas las fuerzas de nuestro corazón, como poniendo una señal, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

Origen de la poesía
Víctor Brauner
(rumano, 1903-1966)