domingo, 24 de mayo de 2020

LA PALABRA

Pescador pobre
Paul Gauguin
(francés, 1848-19083)


Un pescador encontró en una playa un cráneo y le preguntó por maldad qué le había llevado allí. De la mandíbula muerta surgió una voz que contestó:

—La palabra.

El pescador corrió asustado hasta su pueblo y ante su rey. Contó su extraordinario encuentro.

— ¿Un cráneo que habla? — preguntó el rey, que pensaba que el hombre había bebido demasiado o había sido golpeado por un bambú—. Te lo advierto: ¡si me has contado una estupidez, despídete de tu cabeza!

 El pescador, muy locuaz, condujo al rey y a todo su séquito ante el cráneo que estaba en la playa. Pero esta vez el cráneo, obstinado, se negó a hablar. A pesar de la irritación y de las súplicas del pescador, no dijo nada, se quedó mudo como un vulgar cráneo. El rey sacó su sable y le cortó la cabeza al pescador. Después regresó al pueblo con su séquito.

Entonces el viejo cráneo le preguntó a la cabeza recién cortada, que había caído a su lado en la arena:

—¿Qué es lo que te ha traído aquí?

—La palabra —contestó la cabeza.


La bóveda celeste
Autorretrato
Aelbrecht Bouts
(flamenco, c.1452-1549)

El destino trágico del pescador comienza con una maldad de su parte. No sabemos cuál es el contenido exacto de esa maldad, pero se sospecha que se burla de la calavera que encuentra. La voz de la calavera lo sorprende y lo asusta, además de anticiparle el motivo de su pronta condena.

Cabeza y cráneo terminan alineados para reforzar su valor simbólico. El cráneo es el vértice del esqueleto, la parte imperecedera del cuerpo, donde reside la energía vital, el alma, tanto en los seres humanos como en los animales. Por eso, en lugares sagrados de todas partes del mundo suele haber una calavera de cualquier especie.

Algunos mitos nos dicen que la bóveda Celeste, esa inmensidad, está formada del cráneo del ser primordial. Los poetas relacionan los ojos con las luminarias celestes y asimilan el cerebro a las nubes del cielo. Es en el cráneo donde se asienta la corona, uno de los principales signos de la realeza en todas las civilizaciones. Un adminículo poco práctico pero muy significativo.
Vanitas
Edwaert Collier
(neerlandés, 1642-1708)

Es evidente que una calavera es símbolo de la mortalidad humana. Pero poseer el cráneo del enemigo es más que un trofeo, es la conquista de lo que hay en él de más alto y de todo germen de existencia. La cabeza es el centro espiritual del ser humano.

De este centro brota la palabra. Es bueno considerar lo que somos antes de pronunciar cualquier palabra porque vivimos entre dos mundos: el terrenal, sobre el que se apoyan nuestros pies y el celestial, a donde apunta nuestra cabeza. El pescador pronuncia una palabra inadecuada, luego, por temor, cuenta un hecho extraordinario en un lugar inapropiado: ante el rey. Finalmente nada lo salva de la muerte, ni siquiera las muchas palabras pronunciadas con desesperación.


Bóveda, Mezquita de Córdoba
Ricardo Arredondo
(español, 1850-1911)