domingo, 25 de octubre de 2020

TENER... O SER

 

Paisaje del mediodía
Nicolas de Staël
(ruso-francés, 1914-1955)

 

Había una vez un hombre muy rico y un hombre muy pobre.

 

Un día, el rico subió su hijo a una montaña:

 

- "Mira", le dijo, "todo eso de ahí abajo un día será tuyo"

 

Otro día subió el pobre y le dijo a su hijo:

 

- "Mira"

 

Abrir los ojos

Camino de campo
           Wilhelm Morgner
              (alemán, 1891-1917)

 

Para la cultura contemporánea, ser rico es tener. Para demostrar posesión de una cosa, la sostenemos con nuestras manos, o la llevamos puesta, o la guardamos en algún lugar que consideramos privado, propio. ¿Cómo se hace para tener una tierra, un valle? En nuestro tiempo la posesión se da a través de un registro y un escrito que certifique el dato. Es importante tener en cuenta que, cuando comenzaron a registrarse las propiedades en instituciones propias de los estados modernos, solamente un porcentaje pequeño de la población entendía el sentido e implicancias de esta invención.

 

La gente vivía ajena a la necesidad de un registro. Por lo general, mediante acuerdos de varias generaciones, se había logrado una forma de convivencia y de uso de la tierra, con características distintas de acuerdo a las culturas vigentes. La noción de registro público, sin embargo, tomó un único modelo y lo aplicó en los distintos países. El Estado es el registrador y las fuerzas de seguridad, al servicio de los organismos jurídicos, son la garantía de los documentos de propiedad.  

 

Nube rosa
Paul Signac
(francés,1863-1935)

La propuesta del hombre pobre es distinta. Se basa en mirar. No importa si tiene o no dinero, si posee o no muchos bienes. La verdadera pobreza está en saber simplemente mirar. Se fundamenta en el verbo, del latín, mirare, que significa maravillarse, asombrarse, mirar con admiración, admirarse. Es un verbo deponente, lo que determina una especial implicación del sujeto en la acción, es decir, que la admiración depende más del sujeto que quiere admirarse de algo, que del objeto, que puede ser o no digno de esa admiración. En el relato, el peso del afecto paterno abre al hijo la posibilidad de descubrir la maravilla.

 

En este sentido, el cuento enseña que pobreza y riqueza no depende de la cantidad de bienes que se posean, y muy claramente no depende de cuánto dinero se tenga. A muchos los asusta la pobreza porque les suena a privaciones y sufrimiento. Las ideologías modernas plantean la condición de pobre como de marginal, desheredado, excluido, por lo que sus dirigentes hacen ostentación de riqueza para demostrar sus condiciones para el liderazgo. Pero en muchas tradiciones se elogia la pobreza como virtud y bienaventuranza.

 

Ser pobre, según el cuento citado, es saber mirar, en el sentido de plenitud que significa tener los ojos abiertos. Desde el mirar se desarrolla la ciencia, desde la contemplación se nutre la actitud sagrada indispensable para la armonía con la trascendencia y con los seres humanos. El auténtico respeto al planeta y al cosmos se da desde la actitud del hijo del pobre que acepta la hermosa aventura que su padre le propone: mirar.


Nacimiento de la luz
Bang, Hai Ja
(coreana, n. en 1937)