Caboclinhos Djanira da Motta e Silva (brasileña, 1914-1979) |
Tomás, de ochenta años, estaba cavando en el jardín trasero de su casa. Un vecino que le vio cavar, lleno de curiosidad, le preguntó:
-“¿Qué
estás haciendo, Tomás?”
-
“Voy a plantar cocoteros”, contestó el octogenario.
-
“¿Esperas llegar a comer los cocos que den estos árboles?”, dijo con sorna su
vecino.
-
“Probablemente no, pero toda mi vida he comido cocos de árboles que no había
plantado. Y esto hubiera sido imposible si otras personas no hubieran hecho
antes lo que yo estoy haciendo ahora. Sólo estoy pagando la deuda que tengo
contraída con ellos.”
La
gratitud
El árbol de la vida XII
Timofey A. Stepanov
(yacuto, 1943-2005)
Para
nuestro tiempo la noción de deuda tiene aspectos negativos. En el campo
estricto del dinero, la deuda supone un riesgo para quién otorga el préstamo,
para lo cual recurre a distintos modos de protegerse. En el caso del que recibe
el préstamo pesa sobre su vida diaria la amenaza de que si no devuelve será
castigado de alguna manera.
Según
las miradas de las culturas contemporáneas, que son en extremo materialistas,
hay muchos bienes que cada cual no sería capaz de hacer por sí solo, o qué
haría de manera ineficiente. Como esos bienes desempeñan un papel central en
los proyectos humanos es necesaria la interrelación con otros. Esta
coordinación tiene a menudo un elemento de futuro: lo que nosotros hacemos por
otro no necesariamente es simultáneo con lo que otro hace por nosotros. Así se
genera una forma de lo que llamamos deuda.
En
la mayoría de los casos estas deudas se certifican y garantizan mediante otra
deuda, emitida por los bancos centrales, que es el dinero. En la búsqueda de
los bienes necesarios para la subsistencia, hace su aparición el dinero, que en
culturas antiguas ocupaba muchísimo menos espacio comparado con su presencia
actual en casi todas las actividades humanas. Se llega a la situación de que un
buen ciudadano es quien sabe manejar sus deudas por encima de muchas otras
virtudes que personalmente consideramos más importantes.
Desequilibrio del tiempo
Richard Pousette-Dart
(norteamericano, 1916-1992)
La
deuda de la que habla el cuento tiene una dimensión distinta de lo enunciado.
El hombre de 80 años considera que la humanidad viviente de la cual forma parte
lo incluye a él, a su vecino, al igual que a sus antepasados. Tomás, así se lo
llama en la narración, tiene noción de los aspectos temporarios y eternos que
simultáneamente confluyen en cada ser humano. Por eso, por una deuda con los
que le dejaron bienes y están eternamente vivos, planta árboles para beneficio
de aquellos que, aunque no han nacido, ya son amados.
El
cuento manifiesta que la cultura que lo sostiene considera al ser humano
temporal y eterno, y de la misma manera muestra a la naturaleza, como mensajera
y compañía de la vida de los hombres. En este caso, los cocos tanto son
alabanza y gratitud para los de generaciones anteriores, como alimento y
beneficio para los que vendrán después. Las dimensiones material y espiritual
están unidas y separarlas, acentuar exageradamente una sin la otra, lleva a
desequilibrios sin solución.
Colores de la naturaleza Boris Ender (ruso, 1893-1960) |