domingo, 9 de octubre de 2011

Adivina, adivinador


El enigma sin fin
Salvador Dalí (español, 1904-1989)

Las adivinanzas ayudan a manejar la complejidad de las cosas.  También son una herramienta pedagógica para la relación entre personas.  Por lo general, se han transmitido en forma oral, en encuentros familiares.  Otras ocasiones propicias fueron los momentos de conversación después de un día de cosecha, o cuando la gente se refugiaba alrededor de un fogón en los días fríos o tormentosos.  Se conocen algunas prácticas en los velatorios de difuntos.

La adivinanza como texto está escrita en verso, y encierra una descripción o caracterización de un objeto o persona envuelta en una expresión problemática a la que el interlocutor debe dar respuesta.

Esta figura nos muestra la riqueza de la realidad y la infinidad de vinculaciones que hay entre las personas y las cosas.  Poder disfrutarlas y aprender de ellas es parte de la sabiduría de la vida presente.  El nombre “adivinanza” nos relaciona con lo divino, pues se cree que el poder para resolver los enigmas es un don otorgado por los dioses.

Miguel de Cervantes Saavedra (español, 1547-1616), en La Galatea, la define de esta manera:

"Es muy oscura y es clara,
tiene mil contrariedades,
encúbrenos las verdades,
y al cabo nos las declara.
Nace a veces de donaire,
otras de altas fantasías,
y suele engendrar porfías
aunque trate cosas de aire.

Sabe su nombre cualquiera,
hasta los niños pequeños:
son muchas y tienen dueño
de diferente manera.
No hay vieja que no se abrace
con una de esas señoras:
son de gusto algunas horas,
cuál cansa, cuál satisface.

Sabios hay que se desvelan
por sacarles los sentidos,
y algunos quedan corridos
cuanto más sobre ello velan.
Cuál es necia, cuál curiosa,
cuál fácil, cuál intrincada,
pero sea o no sea nada,
decidme qué es cosa y cosa"
Miguel de Cervantes

Los actuales estudios dicen que las adivinanzas reflejan estructuras arcaicas de pensamiento y a la vez una prolongada y compleja elaboración tradicional.  No podemos olvidar que las adivinanzas constituyen un juego lingüístico del que no
está ausente la inteligencia y que se puede relacionar con la poesía lírica más antigua, pues como indica Johan Huizinga (holandés, 1872-1945): "Toda poesía antigua es al mismo tiempo culto, diversión, festival, juego de sociedad, proeza artística, prueba o enigma y enseñanza, persuasión,
encantamiento, adivinación, profecía y competición" .


Algunos ejemplos.

La falsa adivinanza es la que contiene la respuesta en el enunciado.

Blanca por dentro,
verde por fuera,
si quieres saber mi nombre
espera.
(La pera).

Soy santa y no voy a misa,
soy redonda y colorada
y llevo conmigo el día.
(La sandia).

Otra modalidades de falsa adivinanza son las que comienzan con una pregunta:

¿Qué le dice el chorizo a la sartén?
Morena, me tienes frito.

¿Cuál es el colmo de los colmos?
Que un mudo le diga a un sordo que un ciego lo está mirando.

Hay adivinanzas que son clásicas.

Me raspan el pupo
Y me muero de gusto.
(La guitarra).

Palito liso,
Cuando te veo
Me atemorizo.
(La víbora).

Pelo con pelo se juntan
Y el pelado queda adentro.
(El ojo).


Unos dicen que soy lento,
otros, más fugaz que el viento,
que borro las penas
o las doy a manos llenas.
(El tiempo).

En el campo me crié
cubierta de verdes lazos,
la que llorará por mí
es la que me hará pedazos.
(La cebolla).
Para algunas cosas hay más de una adivinanza.

Fui al huerto
y antes de entrar,
ya estaba dentro.

Cuando me siento, me estiro,
cuando me paro, me encojo;
entro al fuego y no me quemo,
entro al agua y no me mojo.
(La sombra).

Los casos difíciles.

Por temática o por formulación, ciertas adivinanzas nos invitan a un pensamiento más profundo de la realidad, sea por que se toquen asuntos primordiales, sea porque las comparaciones que se usan tienen muchos sentidos posibles.

Qué es más grande que Dios,
más maléfico que el Diablo,
los pobres lo tienen,
los ricos lo necesitan,
y si lo comes morirás.
(Nada).

Vence al tigre y al león,
vence al toro más bravío.
Vence a señores y reyes,
y a todos deja vencidos.
(El sueño).


Muchas de las adivinanzas más sutiles se basan en paradojas, como en el siguiente ejemplo.

A pesar de tener patas
yo no me puedo mover.
Llevo la comida a cuestas
y no la puedo comer.
(La mesa).

En algunos casos de adivinanzas los textos se alargan en descripciones y relaciones, mostrando que la resolución de un enigma semejante es muy valiosa para entender el complejo mundo de las personas y las cosas.

"¿Quién es quien pierde el color
donde se suele avivar,
y luego torna a cobrar
otro más vivo y mejor?
Es pardo en su nacimiento,
y después negro atezado,
y al cabo, tan colorado,
que su vista da contento.
No guarda fueros ni leyes,
tiene amistad con las llamas,
visita a tiempo las camas
de señores y de reyes.
Muerto, se llama varón,
y vivo, hembra se nombra;
tiene el aspecto de sombra;
de fuego la condición".

(El carbón).

Yo soy una prisionera
Que está siempre en la prisión;
Solo de mi habitación
Saco medio cuerpo afuera.
Soy pesada, soy ligera,
Árbitro de todo soy;
Y así, atada como estoy
Y tan bien encadenada,
Hiero como una espada
Y muchos disgustos doy.
(La lengua).

Los pueblos enseñan, en sus cuentos y tradiciones, a resolver enigmas.  En los relatos tradicionales, la adivinanza ha llegado a ser la protagonista.  El siguiente ejemplo está tomado de  Cuentos Folklóricos de la Argentina”; Introducción, clasificación y notas por Susana Chertudi.  Instituto Nacional de Antropología.  Buenos Aires, 1964.



TOME, MI REY, ESTE VINO…

Cierto rey tenía encerrado al marido de una señora; ésta se presentó ante su soberano para implorar el perdón de su esposo, pero el rey contestó a las súplicas de la mujer en la forma siguiente:

            -Si me traes una adivinanza que yo no pueda resolver, tendrás a tu marido en libertad.

            Toda llorosa, la mujer se marchó pensando en el modo de encontrar la adivinanza que su rey no pudiese encontrar satisfactoriamente la respuesta.

            Después de varios días, se presenta nuevamente en el palacio del rey y pide ser llevada a  presencia de éste.  Cuando fue introducida a las cámaras del soberano, díjole la siguiente adivinanza:

Tome, mi rey, este vino,
Pájaro trajo a su nido;
La madre traigo en las manos
Y en el que vengo no es nacido.

Respuesta.

            Cuando el rey propuso a la señora trajese la adivinanza, ésta se volvió tristemente, pensando, o mejor dicho, recordando, todas las adivinanzas que ella supo en su juventud, pero las que le venían a su memoria no le satisfacían.  Marchaba por el camino, cabalgando en una yegua preñada, pero la desgracia llega, muriéndose el animal; la mujer por no perder todo, resuelve partir la panza al animal, y sacar el hijo.  Así lo hace, separando además el cuero para sacarle alguna utilidad.

            Una vez llegada a su casa, ve en un árbol cercano a ésta, un nido con varios pichones dentro y a la madre que traía en su pico granos de uva como alimento de su prole; al ser picados estos granos, caía el jugo al suelo.  La señora colocó una taza debajo para recogerlo; después hizo vino con él.

            Fijándose en todo lo que había sucedido, nuestra señora creyó haber encontrado lo que tanto buscaba, y formó la adivinanza.  El vino que ofrecía al rey era el traído por los pájaros al nido; la madre que traía en las manos, eran las riendas hechas con el cuero de la yegua muerta, madre del potrillo, en el cual montaba, que no era nacido, pues había sido sacado antes de tiempo.

            En vano se esforzó el rey por solucionar tal adivinanza, teniendo que dar libertad al marido de la señora del cuento.
  
Informante: Crecencia A. de Lucero, 48 años.  Fortuna (San Luis).
Recolector: maestro Teótimo Centeno, Esc. Nº 11.  Año 1921.

Preludio a una Civilización
Victor Brauner (Rumano, 1903-1966)



La adivinanza de la invitación.

Hace un momento un reloj de pared que tengo colgado en mi salón dio 13 campanadas. ¿Qué hora dirían que puede ser en este momento?

Respuesta:
Hora de llevarlo a arreglar, ya que como mucho puede dar 12.