domingo, 5 de febrero de 2012

Un noble varón


Relatos populares.

Todos los pueblos del mundo usan relatos para contar cómo son y cómo obran.  También se usan relatos para decir de dónde vienen y cuáles son sus aspiraciones.  Estos relatos han recibido el nombre de leyendas, aunque esta clasificación no es estricta.

La Chamana
Miguel Camargo (peruano, n. en 1941)
Los cuentos son valiosos no solamente para el pueblo que los refiere, sino para los hombres en general.  En este sentido, tienen un alcance universal.  Los pueblos se ven retratados en los relatos de otros, de aquí que se pueden encontrar temáticas comunes, formas de relato parecidas, o directamente adaptaciones de la misma narración hecha en distintas partes y en variados momentos históricos de cada pueblo.

El número de leyendas es inabarcable.  Hay muchas puestas por escrito, pero muchas más permanecen en forma oral, y se han  transmitido así durante cientos de años.

            La inmensidad de narraciones responde a lo inconmensurable de la realidad, que abarca al ser humano, al cosmos en el cual se manifiesta la vida, y a aquello que es raíz, sostenimiento y fin de toda existencia.  Por eso, los cuentos de los pueblos son profundos en su simpleza, sabios en lo que narran, y tienen como única intención orientar hacia la plenitud y la paz.


Un relato.

Tomemos como ejemplo una leyenda quichua, que el recopilador tituló “La Felicidad”.

El príncipe inca Titu Manco Capac tuvo desde muy joven raras virtudes que hicieron de él uno de los más sabios varones del Imperio.

Un día como otros, salió muy temprano de su gran morada, y comenzó a vagar por los barrios del Cuzco, para contemplar la vida de sus gentes.  Y se apenó por ellas.  Habló con algunos viejos y viejas y, aunque éstos no se lo confesaron, el príncipe se dio cuenta de que no eran felices.  Su calma sólo era resignación.  Obsesionado por esta idea salió de la ciudad, él hubiese querido que todos fuesen felices.  Como era muy joven, creyó que su idea podía hacerse realidad fácilmente; los jóvenes a veces no saben hacer mediar un prudente plazo entre idea y realización.  En ellos, la audacia sustituye a la reflexión.

El príncipe pensó que podría haber algo que hiciera posible conseguir la felicidad.  Por eso recurrió a la Maga de las Serpientes, la anciana que vivía en las afueras de la ciudad de Cuzco.

La vieja, más que centenaria, había sido traída por el abuelo del príncipe Manco Capac del pueblo de los Antis.  Después de vencer a los feroces y fuertes guerreros de la región, se encontró con que ese lugar estaba infestado de serpientes inofensivas, pero enormes.  Según la tradición, estas serpientes antes habían sido temibles y ahora eran pacíficas, porque estaban encantadas.  Se las adoraba como a seres sagrados; su sacerdotisa era una anciana que oía sus vaticinios.  El vencedor se llevó a la maga y sus serpientes al Cuzco, donde siguió actuando de profetisa entre el pueblo y aun con gentes de la corte. Tanta fue su fama, que el barrio donde se le dio casa tomó el nombre de Barrio de las Serpientes.

El príncipe se presentó a la maga y le expuso sus deseos.  Ésta le dio un brebaje, el joven lo tomó y comenzó a latirle el párpado superior del ojo derecho.  Buena señal, según los rituales de la maga. Si le palpitaba el párpado superior del ojo izquierdo, era una señal simplemente buena; era mala o muy mala si la palpitación hubiese sido en los párpados bajos ya del ojo derecho o del izquierdo, explicó.

Las serpientes –interpretó la maga- estaban de acuerdo con que el príncipe consiguiese el talismán que lo hacía dueño de la felicidad.

El talismán se hallaba oculto en una calavera de gigante, en un lugar hacia donde lo guiaría una serpiente.  Así, el príncipe comenzó a caminar detrás de la serpiente que la maga le señaló.

Anduvo tras su huella mucho tiempo, sin hambre ni sed ni fatiga.  Al cabo de muchos días dio con el sitio donde se veían las calaveras y otros restos de gigantes.  En una de ellas se posó la serpiente. El príncipe la levantó y apareció una esmeralda de color y tamaño nunca vistos por él, ni aun en el tesoro del Inca Viracocha, su padre.

Cuando tocó el talismán, se transportó inmediatamente a la plaza principal del Cuzco, frente al Templo del Sol.

El Inti brillaba con esplendor inusitado, y el príncipe hizo anunciar a la multitud que traía el talismán secreto de la felicidad y que con él haría la felicidad de todos.  Bastaba mirarlo para ser feliz.  Hizo colocar la esmeralda en alto, en medio de la plaza, a fin de que todos la pudieran mirar y todos fuesen felices.  La multitud, extasiada y agradecida, comenzó a desfilar.  El príncipe se sentía como hecho de luz, tanto era el júbilo que lo poseía.

Pachacutec
Escuela cusqueña. Anónimo.
Siglo XVII
En aquel instante despertó de su hermoso sueño.  Así, siendo príncipe aún, el que iba a ser años más tarde el sabio inca Pachacutec, aprendió que conseguir la felicidad para todos los hombres es un sueño; por cierto, el más hermoso de los sueños.

(Tomado de “Antes de América: leyendas de los pueblos originarios”, recopilación y adaptación de Nerio Tello, Ediciones Continente, 2008)

El recopilador consigna la siguiente nota sobre esta leyenda.

El príncipe inca Titu Manco Capac fue coronado Inca con el nombre de Pachacutec (quichua: “El que cambia la Tierra” o “El Reformador”).  Fue el noveno gobernante del incanato y fundador del Imperio incaico y su primer emperador, entre los años 1438 y 1471.  Personaje notable del nuevo mundo: arquitecto, visionario, político, administrador y guerrero.


 El elemento principal

            Los relatos populares están caracterizados por el uso de símbolos.  Es un recurso que tiene el ser humano para hablar de muchas cosas al mismo tiempo.  Por eso se dice que el símbolo tiene muchos significados, por lo que de cada cuento se pueden sacar muchas conclusiones válidas.

            Los símbolos no son convenciones en los que el ser humano se ha puesto de acuerdo. Los pueblos fueron descubriendo los mismos significados o parecidos en los variados símbolos utilizados en los cuentos. 

Prenda incaica.
Fabricada ca. 1550 d.C.
            Los símbolos pueden ser objetos, como bastones, sillas, vasijas.  También pueden ser animales como el toro, la tortuga, o las serpientes, tal como hemos leído en la leyenda.  Puede ser la misma naturaleza como el cielo, el mar, los árboles y otros.  También son símbolos las personas: una anciana, el rey, el guerrero.

            La interpretación de los símbolos depende de la imaginación de cada persona y también de las emociones que despiertan en su interioridad.  Por eso la tradición hace las narraciones en grupos pequeños o comunitarios, para que mediante la ayuda mutua podamos alcanzar la riqueza de sabiduría que los símbolos expresan.


Una aclaración sobre la palabra símbolo.

            En el hablar cotidiano se han mezclado dos términos que a veces confunden las cosas: signo y símbolo.  La diferencia está en que el signo tiene un único significado, para que apenas se vea el objeto se entienda lo que quiere decir.  En cambio, el símbolo tiene muchos significados, es polivalente.  En el símbolo, algunos significados los podemos percibir inmediatamente, pero en general exige la reflexión y la contemplación antes de encontrar los sentidos.

            Como ejemplo de signo podemos tomar “un semáforo en rojo” y como ejemplo de símbolo “las serpientes” de la leyenda que hemos leído.

            El semáforo es un signo porque tiene un único significado: no avanzar, extremo peligro.  Este significado tiene que ser respondido de forma inmediata, refleja.  Si no se llega a entender el significado de “semáforo en rojo”, entonces se hace realidad el peligro anunciado.  Este signo es convencional, es decir, nace de un acuerdo de la sociedad de entenderlo de esta manera y de darle ese significado estrictamente.

            En cambio, el símbolo “las serpientes” en el cuento consignado tiene muchos significados.  Son guardianas, pues indican un lugar sagrado.  A la vez, representan el renacimiento, pues cambian de piel al menos una vez al año.  Por otro lado, son animales que se arrastran, seres rastreros, que significa ciertos aspectos de maldad para el ser humano.  Por otro lado, en la tradición las serpientes son el lado oscuro de la psiquis humana, y por eso están enmarcadas en el sueño del príncipe, en lo inconsciente cuando se está dormido. 

            En el ejemplo que hemos tomado las diferencias son notables. Pero en lo cotidiano no siempre es así.  Por eso las confusiones de los términos signo y símbolo.  A medida que las personas se sumergen en los cuentos de los pueblos, van entendiendo más el valor y los significados de los símbolos.  Y de esta manera, pueden encontrar temas para reflexionar y orientaciones para llevar una vida digna y emocionante.

Jefes aborígenes.
Julia Codesido (peruana, 1892-1979)