miércoles, 29 de febrero de 2012

ENTRAR EN LA CAVERNA

La tradición quechua está situada en los Andes, desde Ecuador hasta Argentina y Chile. Abarca pueblos que estuvieron relacionados con el Imperio Incaico. 

Pinturas de la Cueva
 de Toquepala, Perú
(ca. 7500 aC).
En la leyenda que presentamos en esta ocasión, se habla de una caverna de los Andes pero no de ninguna en particular.  Para el narrador los Andes era todo el mundo conocido. Por eso la caverna es un símbolo de todas las cavernas del planeta, en cualquier período histórico y en cualquier lugar.  Nombremos algunas.

Hay cavernas en las que los hombres prehistóricos, hace 40.000 años, celebraban sus ritos de iniciación.  En esas ocasiones se festejaba el comienzo de la vida adulta y de las tareas comunitarias, por ejemplo, la caza.

En el mundo griego antiguo, Platón (427 a.C.- 347 a.C) usaba del mito de la caverna para hacernos entender cuál es nuestra condición de vida actual y para orientarnos hacia una mayor plenitud en nuestro pensamiento y dignidad.

Todos los años, en Navidad, celebramos el Nacimiento de Jesús en una cueva, y también sabemos que cuando murió, fue enterrado en una cueva.

Un relato del siglo XIV d.C., en Turquía, habla de una caverna de la Montaña Negra, en los confines del mundo, en la que fueron creados el primer varón y la primera mujer.

En los tiempos modernos ha influido mucho la imagen del cráneo del hombre como una caverna, en la cual están encerrados sus pensamientos y sus sentimientos.

Estos son algunos pocos ejemplos que resuenan en la leyenda quechua llamada “El talismán maravilloso”.


El relato.

En las tierras altas de los Andes había una misteriosa caverna donde vivían monstruos voraces.  Eran criaturas del infierno, engendros del diablo Supay.

Del interior de ella emanaban durante todo el día terribles hedores, gruñidos, y luces que provocaban una pavorosa desconfianza en la región. Al llegar la noche, ¡infortunado quien, ignorando la caverna, pasase cerca! El pobre desaparecía para siempre.

Una clara mañana en que el Gran Padre Inti relucía en todo su maravilloso esplendor, un desconocido, bello y fuerte joven apareció en la comarca, manifestando su intención de entrar en la caverna oscura y profunda.

Urna antropomorfa
del Alto Amazonas.
(ca. siglos VI-X d.C)
Era un joven hermoso como un águila, alto como un algarrobo, fuerte como el tigre.  Preocupados y alarmados, los pobladores le respondieron entonces, para disuadirlo, que jamás hombre alguno que hubiese entrado en ella por propia voluntad, regresó sano y salvo.

 Mas, ante su obstinación, lo dejaron seguir su camino. Todo el pueblo lo acompañó hasta las cercanías de la caverna, en la que vieron internarse al joven, solo y desarmado.

De repente, tropezando, deslumbrado por la luz de sol, vacilante, apareció un monstruo; más tarde otro, y otros más torpes, aullantes. Algunos tropezando, otros entorpecidos, saltando ciegos por la luz, para despeñarse en el abismo...

Quienes ante el primero de ellos salieron huyendo, se repusieron luego de un rato, y, armándose de valor, arremetieron contra aquel grupo de seres que no tenía más alternativa que dejarse matar a pedradas y palazos, sin poder responder más que con lastimeros alaridos y quejidos de agonía.

Muertos todos los monstruos, esperaron todos a que apareciera el joven forastero. Al fin lo divisaron sonriente y sereno. Y el joven fue rodeado por toda la población.
Al preguntarle cómo había hecho, explicó: "llevé un infalible talismán contra los monstruos de las sombras". Y todos quisieron verlo.

Y el joven, mostrando una pequeñísima cajita, la abrió, y de ella surgió tan solo un tenue, sutil, ¡y pequeño rayito de luz!


Representa el mundo.

            Según las tradiciones, la caverna simboliza el mundo.  El piso del lugar es la tierra que pisamos.  El techo de la cueva es similar a la bóveda celeste que nos cubre.

            Por eso, el nacimiento de Jesús se produce en una cueva, pues es la entrada del Hijo de Dios en el mundo.  Y como se dijo, también sale por una caverna.  La resurrección de Jesús es salir del mundo para llegar al Padre, por eso queda la tumba vacía.

            En la leyenda quechua, la caverna, llena de seres inmundos y despreciables, no puede ser ignorada.  Es una molestia, conlleva dificultades, pero no se la puede dejar de lado.  Forma parte del mundo.

El joven misterioso que entra en la caverna viene al mundo con una misión salvadora.  Los pobladores tratan de disuadirlo, pero lo necesitan.  No pueden seguir viviendo con semejante situación.

En la caverna hay fuerzas desagradables y hasta terroríficas.  Es lo que nos pasa en el mundo.  No todo es bueno.


Lugar de las decisiones conscientes.

            Las decisiones en la vida tienen un principio común en todas las civilizaciones: haz el bien y evita el mal.  Por eso, la caverna, el mundo, es el espacio de ejercicio de la moralidad, de las decisiones conscientes.

            El joven entra en la caverna por propia decisión, buscando hacer un bien.  Pone en juego su vida por el bien, se entrega de corazón.  Confía en que el talismán que lleva le ayudará a conseguir el fin buscado, que es el bien de los habitantes del lugar.
El Sol.
André Masson
(francés, 1896-1987)

            Hay en la tradición relatos de personas que entran en las cuevas, algunos se encierran allí por años.  El significado es que entran en el corazón de la realidad para realizar el bien.  Se los suele llamar ermitaños.  No niegan el mundo, no se aíslan del resto de los hombres, sino que, como el joven de la leyenda, entran en el corazón de la realidad para que los habitantes de este mundo puedan vivir mejor.

            Las ciudades, las familias, los lugares de trabajo, son como cavernas en las cuales tenemos que tomar decisiones, como ermitaños en medio del mundo, siguiendo el principio de toda moralidad: haz el bien y evita el mal, y buscando la felicidad para  todos.


La interioridad del hombre.

            Cuando en la antigüedad se pensó el cráneo del ser humano como una caverna, se dio comienzo a una larga historia de interpretaciones de lo que es la vida del hombre, su parte consciente y también su inconsciente.

            Esta caverna interior, como la que está en la montaña, es sinuosa, desigual.  Es un lugar de refugio, como el seno de una madre, y también es el lugar en el que nuestro ánimo cambia de estado: a veces entusiasmados, otras veces tristes.  Un lugar donde no faltan ni las angustias y miedos ni las alegrías.  Eso está en el interior de cada uno.

            La leyenda “El talismán maravilloso” nos anima a que entremos en la cueva interior, como el joven misterioso, para expulsar los miedos, las angustias, las culpas representadas por los monstruos malolientes que salen en el relato.

            ¿Cómo se hace?  La sabiduría quechua nos dice que es sencillo.  Alcanza con dejar entrar un rayo de sol en nuestra vida.  En los momentos duros salir a caminar, sentarse a tomar sol, abrir la ventana, encender la luz, escuchar música, pedir consejo y formas similares de iluminar nuestro interior.

            Los antiguos quechuas nos dicen también que, cuando ingresemos en la caverna, todos los demás, los habitantes de nuestro alrededor terminarán colaborando con nosotros para vencer lo que nos hace sufrir a todos.

Estrella de jardín.
Roberto Matta (chileno, 1911-2002).