Un cuento esloveno.
El vagabundo László Mednyánszky (esloveno, 1852-1919) |
Había una vez un rey
muy enfermo. Tenía noventa y nueve enfermedades. Los médicos eran de la opinión
de que ya no se podía hacer nada por él y que se iba a morir al cabo de un año
y un día. Uno de ellos, sin embargo, dijo:
-Si se encontrase a un
hombre siempre contento con todo y con todos, y el rey pudiese ponerse la
camisa de este hombre contento, desaparecerían sus noventa y nueve enfermedades
y se curaría en un santiamén.
Los mensajeros del rey
acudieron a los cuatro extremos de la tierra a buscar a un hombre siempre
contento con todo y con todos. Buscaron, buscaron, pero no había forma de
encontrarlo.
Por fin, uno de los
mensajeros llegó a un extenso prado y encontró a un hombre andrajoso, con la
barba hasta los pies, que dormía en paz y durante el sueño sonreía.
-Éste podría ser un
hombre contento -se dijo el mensajero y lo despertó. Eh, tú, ¿eres o no un
hombre contento?
-Claro que lo soy.
-¿Nunca te has sentido
descontento con nada?
-Ni siquiera una vez.
¿Y por qué iba a lamentarme?
-Ven, pues, a conocer
a nuestro rey.
-¿Para qué?
-Ven, que el rey te
cubrirá de oro.
El vagabundo se dejó,
por fin, convencer y siguió al mensajero hasta el palacio real.
Cuando el rey lo vio,
se alegró muchísimo y exclamó:
-Pronto, dame tu
camisa.
-¿Mi camisa?
-Vamos, no hagas
preguntas: quítate el abrigo, quítate la camisa y dámela. A cambio, yo te daré
un montón de oro.
El hombre contento se
quitó el abrigo y, en ese momento, todos vieron que debajo del abrigo no tenía
camisa ni nada. El pobre rey lo miró, exhaló un profundo suspiro y se murió. Y
el vagabundo recogió su abrigo y se fue, contento como antes.
Mirada del despojado
Hombre Anton Azbe (esloveno, 1862-1905) |
Una de las
imágenes más representativas de la condición del hombre en el mundo es la del
vagabundo. Se mira al ser humano como
alguien que no tiene hogar definitivo es esta tierra y recorre el camino de la
vida sin poder aferrarse a nada. El
itinerario que realiza es errante, sin un rumbo claro. El término vagabundo está relacionado con
“estar vacío” y también con “estar libre”.
La actitud de vagabundo es la de
andar los caminos. Quien se mueve,
percibe que el paisaje cambia permanentemente. La modificación a veces es muy
lenta, pero nunca es lo mismo lo que se ve en un lugar determinado y en otro
dos pasos más adelante. Este
desplazamiento se produce en los diversos órdenes de la vida, tanto en el
biológico como en el afectivo, en el material como en el espiritual. Es
evidente que nuestros cuerpos cambian constantemente y algunas veces
sorpresivamente. Lo mismo percibimos en
planos más espirituales, tal como dice la expresión “todos los días se aprende
algo nuevo”.
El errante del cuento es definido
como “el hombre contento”. Es el que
duerme en paz y con una sonrisa. Está en
un extenso prado, dice el cuento, como si fuese un lugar bello, idílico. Una
situación propia de la felicidad en la vida.
Sorprende
que este hombre feliz no tenga camisa, que es un símbolo de protección. Como dice una tradición: “Toda piel que lleve
camisa a su alrededor no puede ser alcanzada por ninguna enfermedad”. Falta la protección, sea de un lugar
material, de un grupo o de un amor.
Pero se
debe tener en cuenta otro aspecto de la vestimenta. “Dar hasta la camisa” es el gesto de una
generosidad sin límites. En la medida en
que la camisa es una segunda piel, es darse a sí mismo, es compartir la propia
intimidad.
El
vagabundo del cuento es un ser transformado por la generosidad, por compartir
todo. No hay ninguna tristeza por perder
la propuesta del rey de un montón de oro, él sigue tan contento como antes.
Otra perspectiva
Prestemos
atención al rey. Si el cuento hubiese
indicado que el rey estaba enfermo, la conclusión sería el contraste entre el
hombre contento y el soberano. Pero la
enumeración de las enfermedades y el pronóstico de los médicos pueden estar
señalando otra cosa.
Montaña negra Zoran Mušič (esloveno,1909 - 2005) |
Las noventa
y nueve enfermedades que padece el rey invitan a considerar con atención al
número nueve. Es el último de la serie
de las cifras, anuncia a su vez un fin y un nuevo comienzo, es decir, una
transposición a un nuevo plano. Se
encuentra en esto la idea de nacimiento y germinación, y al mismo señala la
muerte.
Los números
nos sirven para contar las cosas que existen, que están manifiestas. El nueve, al ser el último, es la máxima de
las manifestaciones. Con él se cierra un
ciclo, pero abre una nueva fase. Si nos
fijamos en la representación gráfica del nueve “9” , es un anillo que se cierra y
de allí nace como una pequeña punta que se quiere transformar en raíz de un
nuevo nacimiento.
Esto
coincide con el pronóstico de los médicos. Decían que se iba a morir en un año
y un día. La palabra año tiene origen en
el latín “annus”, que se acerca a la idea de ciclo, como un anillo. El anuncio de los facultativos de que “le queda
un año y un día”, es como un nueve, es decir, un anillo y un nuevo día, un día
que pertenecerá a otro ciclo.
Los cuentos
no nos dan crónicas de acontecimientos, detalles de cosas que ya
sucedieron. En realidad, inventan
relatos para hacer comprender la situación actual de los que escuchan.
El mensaje
es que somos reyes y vagabundos al mismo tiempo. Nuestra realeza está en nuestra capacidad de
razonar, de organizar nuestro entorno, de dar sentido a lo que nos toca
vivir. Se expresa en lo que decimos y
hacemos, y especialmente en lo que elegimos hacer.
El sentido errante se manifiesta
en nuestra libertad, cada vez que nos entregamos a la realidad del
presente. El vagabundo no se deja
influir por el pasado, no tiene rencores ni deja que las enseñanzas de las
propias culpas se conviertan en miedos y complejos ante la actualidad de su
vida. Tampoco se somete a las inquietudes imaginarias del futuro, aunque pinten
prometedoras. Vive a fondo la enseñanza
que dice: “a cada día le basta su afán”.
El cuento nos señala que la generosidad
permite que cada vez que se termine un ciclo de la vida, podamos renacer a
otro. Los innumerables estancamientos,
los rencores, las culpas y los miedos, se vencen mediante el altruismo, la
longanimidad, la benevolencia y la compasión que se manifiestan en la generosidad. Este es el hombre contento,
que duerme en paz con una sonrisa en este mundo y en todos los que le toque
transitar.
El humanista Jože Ciuha (esloveno, nac. en 1924) |